martes 02 de julio 2019

De toritos, lunas y ríos

Edna Iturralde

¿Estás aquí otra vez? ¡Esperándome!
-¿Te sorprende? ¿Por qué? Sabes que siempre lo hago. Me escapo y vengo a verte cada vez que regresas.
-Quizás me cuesta creer que la fidelidad existe. Por mí juran amores que se diluyen con los primeros rayos de sol.
-¡Tú sabes que yo te amo, y yo sé que tú me amas! ¡Nuestro amor es verdadero!
- Sin embargo, también es verdad que nuestro amor es imposible.
-Lo has dicho antes: tú tan alta y yo tan bajo. Solo te faltaría añadir que tú espléndida y yo oscuro.
-No quise decirlo así. Es que nuestros mundos son lejanos. Jamás podrán unirse. Yo te acaricio de lejos mientras tú me contemplas. ¡Pero desearía estar a tu lado!
-¡Espera! He visto algo que tapaban los matorrales y yo no lo había notado.
-¿Qué es?
-¡Tu deseo se ha cumplido y estás bañándote en el río!
-Es un error ¡No soy verdaderamente yo!
-¡Claro que sí! Te veo con toda claridad. Moviéndote cadenciosamente invitándome a unirme a ti.
-¡Aguarda! Por favor espera. ¡No lo hagas! ¡Te lo ruego….!
Pero el torito bravío y de casta valiente no escuchó a la Luna y se sumergió lentamente en las brillantes aguas del río.