miércoles 16 de enero 2019

De difuntos, zombis y cascabeles

Edna Iturralde

Nueva Orleans fue establecida por los franceses en 1718 y llamada así en homenaje al duque d’Orleans tío y regente del rey Luis XV. La ciudad pasó a manos de España y luego volvió a las de Francia para terminar siendo la capital del Estado de Luisiana, Estados Unidos. Ahora estoy en Nueva Orleans. La ciudad donde el jazz brota en cualquier esquina, se desliza y encarama en los postes de luz y se arraiga en los corazones para siempre. Esta es la ciudad de las leyendas de los muertos vivientes: los zombis. Dicen que, durante una epidemia de fiebre amarilla, por temor a contagiarse, dejaban a los muertos en las calles con un cascabel amarrado al tobillo. Lo que no sabían era que en algunos casos los enfermos solamente estaban desmayados y, al recuperarse, se levantaban tambaleantes y babeando. El cascabel sonaba y el terror cundía. Entonces, aparecían los comedidos que, con la ayuda de un palazo en la nuca, se aseguraban de que los “muertos” volvieran a ser difuntos. Aseguran que es la razón por la que la gente de esta ciudad no teme a los muertos-vivientes, sino a los vivísimos-vivos.