lunes 20 de junio 2022

La hora de la hermosura

Edna Iturralde

Algunas veces he escrito sobre mi abuelo materno Charles De Howitt, mi amado Papá Chas.

Mi padre, Enrique, aviador de la FAE y edecán del presidente Galo Plaza Lasso, murió en un accidente cuando la avioneta en la que viajaba de regreso del Oriente se incrustó en el Tungurahua.

En ese momento, yo tenía un año y mi abuelo se convirtió en mi padre. Crecí siendo muy mimada por él.

No había deseo que yo pidiera que no se cumpliera. Como era muy pero muy hábil, me hizo una casita de madera para muñecas que tenía ¡agua corriente y luz!

Se inventaba los mejores juegos y me contaba los más maravillosos cuentos de “Las mil y una noches”.

Yo sufría mucho de angina de la garganta y me atacaba la fiebre especialmente en la madrugada, de tal manera que era a esas horas cuando me contaba las historias fantásticas.

Recuerdo en especial que, cuando empezaba apenas a llegar la aurora, él decía que era la hora de la hermosura porque, desde la ventana por donde mirábamos, no se podía notar nada feo afuera, en la calle, solo los contornos de las cosas.

Hasta ahora, el tenue gris de esa hora me trae los recuerdos más bonitos.