lunes 25 de enero 2021

La Luna y la serpiente

Edna Iturralde

Un eclipse lunar aterraba a los pueblos indígenas. Creían que una Amaru, una serpiente gigante, se estaba tragando a la Luna, y que, si la Luna moría, el cielo se desplomaría sobre ellos. Entonces, hacían mucha bulla para espantar a la serpiente celestial. Apenas una sombra empezaba a ocultar a la Luna, todos gritaban con voces agudas parecidas a aullidos. Las mujeres tocaban los ‘tinyas’, pequeños tambores, y los hombres soplaban los ‘pututus’, los caracoles marinos. Azuzaban a los perros para que ladraran y los niños asustados no necesitaban que los obligaran a llorar para lanzarse en verdaderos berrinches. Con la mirada puesta en el firmamento la gente rogaba: “¡Killa cuya mama! ¡Luna Reina Madre! ¡Mama Killa! ¡No desfallezcas! ¡Runay kiman! ¡La gente te necesita! ¡Aguanta, Mama Killa! ¡Aguanta!”. Hasta que todo quedaba en la mayor obscuridad. Entonces, gritaban con mayor angustia. Si la Luna había muerto, en cualquier momento los pedazos rotos del cielo caerían sobre sus cabezas. Sin embargo, siempre una pequeñísima línea brillante aparecía en el cielo. ¡La Luna se había salvado gracias a ellos!