lunes 11 de abril 2022

El piano

Edna Iturralde

Dariya, escondida en el metro con su esposo Yure y su pequeña hija Anna, escuchó los bombardeos toda la noche.

Apenas a la madrugada, cuando los primeros rayos del sol robaron las sombras, el silencio cayó como una capa sobre la ciudad. Dariya pensó que aquel silencio era aún peor que el terrible ruido. “Ya pasó, Dariya”, le dijo Yure manteniéndola abrazada. “Ya pasó”, repitió apretando aún más el abrazo. “Baja la voz, no despiertes a Anna”, susurró ella. “Esperaremos un poco y podremos volver a casa”, musitó Yure cuidadoso. “¡La casa! ¡Mi piano!” repitió Dariya angustiada. “No se atreverán a bombardear los barrios civiles, no te preocupes”, mantuvo Yure para tranquilizarla. Una hora más tarde salieron del refugio junto a las otras personas y caminaron con rapidez. Todo a su alrededor era desolación. No quedaba nada. ¡El barrio entero había sido bombardeado! De la casa permanecían algunas paredes y pocas habitaciones. Dariya entró a la salita. El piano se encontraba rodeado por las ruinas. Limpió el polvo de la tapa con la mano, lo abrió, se sentó en el taburete y en medio de lágrimas empezó a tocar.