lunes 10 de abril 2023

¡Infidelidad!

Fausto Segovia Baus

El tema es complejo, polisémico o variopinto. La infidelidad tiene numerosos enfoques, miradas y factores que inciden en un “mal” -tradicionalmente atribuido a los hombres- causa del martirio de muchas mujeres y fuente de ingresos para abogados, psicólogos y analistas.

Hay indicios -con sustento científico o no- que el macho humano es poligámico. No se “contenta” con su pareja, a quien le prometió “amor eterno”, y pasado un tiempo continúa con sus aventuras y conquistas: ex novias, ex compañeras de trabajo, y nuevas oportunidades en el vasto mundo de las relaciones interpersonales.

Las razones que se esgrimen son diferentes. Pero en el fondo subyace un “atributo” que los especialistas no han podido descifrar: el origen de la infidelidad.

Unos sostienen la vía genética, la de los instintos primarios; otros, la influencia del ambiente -la cultura-, que comienza en los propios hogares, -supuestamente enseñado por las propias mujeres-, mediante mensajes verbales y no verbales, actitudes y comportamientos. “No somos ángeles caídos, sino antropoides erguidos”, recuerda Ralf Linton, en el libro “Estudio del hombre”.

La infidelidad existe; nadie la discute. Y no solo en el mundo de los hombres sino también de las mujeres, aunque en menos proporción, según las estadísticas.

Un pasaje evangélico muy difundido refiere el episodio cuando Cristo ordena a los hombres lanzar una piedra -a la mujer adúltera- si no tienen pecado. Y todos se retiraron.

En el mundo de hoy -abierto, secularizado y desacralizado- la crisis del “sí” es evidente. La palabra (promesa) ha puesto en entredicho a la verdad.

Porque la infidelidad ronda no solo en el amor sino en todos los espacios de la vida: la familia, la política, la economía y la religión, inclusive. ¿Qué opina usted?