¿Cuándo dejamos de ser humanos?

Debo reconocer que esta semana fue muy dura. Me sentí avergonzada de ser ecuatoriana y con rabia de ser mujer. Todos los días hay violaciones, golpes, insultos y asesinatos contra las mujeres y nadie hace nada. Para colmo, cuando a una de nosotras nos pasa algo de esto, las propias mujeres salen a atacarnos, a cuestionarnos, a culparnos; como si no fuera suficiente lo que nos sucedió, debemos lidiar con el odio de gente que no entiende que por usar minifalda o salir con amigos no buscamos que algo terrible nos suceda. Escuché el testimonio de Martha y me sorprendió la entereza que tiene; a pesar del dolor que siente, ella nunca habló de odio ni de venganza... agradeció el respaldo recibido y aseguró que saldría adelante porque tiene a su lado a su familia y a sus amigos. Esa fuerza me devuelve la fe, me permite creer que todavía podemos hacer algo por cambiar la mentalidad tan retrógrada que tenemos, que nos lleva a desquitarnos con gente inocente por un delito que ellos no cometieron. Nos hemos desviado del camino y nos hemos olvidado que todos somos seres humanos; que al morir no habrá nacionalidades, color de la piel o religión. Solo personas.