Todos aprendimos algo
Cuando se declaró la emergencia sanitaria y nos pidieron ir a casa, hubo sentimientos encontrados. Cada quien recibió de distinta forma la noticia del teletrabajo, la teleeducación y los confinamientos.
La nueva modalidad laboral restaba tiempo de movilización y gastos. Resultaba en menos tráfico, menos madrugadas, menos frío, menos estrés.
Abría otras posibilidades que antes parecían lejanas, pero disminuía el movimiento en la ciudad y la incertidumbre se apoderaba de los prestadores de servicios.
A dos años de aquella declaratoria, me pregunto cómo respondimos a la crisis, qué hicimos cada uno de nosotros para enfrentar la calamidad intentando no salir afectados.
Los optimistas vieron oportunidades en ese ahorro de recursos y energía. Estudiar de forma virtual, por ejemplo, o estar más cerca de la familia.
Aunque la pandemia no ha terminado, hay grandes diferencias frente al comienzo de la emergencia. Hemos aprendido muchas cosas, unos quizás a la fuerza y otros más fácilmente.
Esos nuevos conocimiento nos permiten ahora seguir caminando y nos ofrecen más opciones. Esas enseñanzas se agradecen y se convierten en nuestras armas para enfrentar nuevas adversidades.