Quito es imperfecta
Las ciudades son imperfectas, así como somos las personas. Esas imperfecciones nos hacen, en gran medida, únicos. Hay calles que preferimos no cruzar; existen zonas que pudieran estar mejor; se construyen edificios que preferiríamos no ver.
Así son las urbes. Sin embargo, en el conjunto, uno se enamora del todo; de la metrópoli con todo y sus defectos. La perfección puede ser aburrida.
Pero lo que más gusta de las ciudades es la gente que habita, o los detalles que hacen que una calle o un barrio sean diferentes. Esas personas matizan, también con sus imperfecciones, la identidad de una urbe.
Sí. Quito tiene defectos y eso la hace maravillosa. Quizás lo digo porque vivo acá y agradezco por lo que tengo.
Sí, también me quejo por un montón de problemas que tenemos, pero también sé que inconvenientes se encuentran en cualquier otra ciudad. Creo que, como habitantes de esta metrópoli, debemos ayudar a que muchas cosas mejoren: la organización, el cuidado del medioambiente, la convivencia, la seguridad.
A veces, vivir en la ciudad nos hace olvidar que somos parte de una vecindad gigante, en la que debemos construir más la unidad para derribar barreras que nos alejan del verdadero espíritu de una geografía que lucha por crecer con un sentido humano.