La curiosidad de saber más de ti inundaba mi mente. Sin buscarte empezó nuestra aventura, un mensaje de texto nos llevó a soñar con un futuro juntos. ¿Será un juego de niños o irá más allá? Es la interrogante que siempre rodeaba mis pensamientos, traté de no precipitarme y dejé que el tiempo jugara a nuestro favor.

La primera vez que te vi sentí el deseo de estar entre tus brazos y sentirme segura, un poco precipitado quizás, fueron unos pocos minutos que compartimos aquel día y los mejores de mi vida. Tenías que irte a cumplir con tus labores y mis ganas de ir tras de ti no cesaban.

Llegué a mi casa con la ilusión de hablar y volverte a ver y en cuestión de instantes, un mensaje tuyo llegó. Una sonrisa se dibujó en mi rostro y no paró de lucirse hasta ir a dormir.

Desde ese momento, los días y las noches tomaron un nuevo sentido y una nueva forma para creer en el amor. No hemos dejado de hablar, ya vamos para los seis meses.

Las salidas son mágicas, ir por un café o un helado han marcado un hito importante en nuestras vidas. El tiempo nos falta por nuestras ocupaciones, pero lo hemos aprendido a manejar a nuestro favor. Una hora o un par de minutos son suficientes para desbordar de amor.

Lo que estamos creando juntos no lo había experimentado antes. Enviarnos fotos y hablar hasta la madrugada se ha vuelto parte de nuestra cotidianidad.

Probar cosas nuevas o ir a aquellas que dejamos de lado por una u otra razón ahora se ha vuelto muy especial. Mis amigos se sorprenden de mi cambio, ellos no pensaban que me podría enamorar. Sigamos el camino, avancemos con nuestras manos entrelazadas y forjemos el futuro.