'Calendario sin abril', un amor que vence a la muerte

La nueva novela de Alejandro Ribadeneira se lee como el testimonio de una mujer que lucha por el regreso de su novio secuestrado
Alejandro Ribadeneira, autor de 'Calendario sin abril'. Foto: Armando Prado / FAMILIA

Alejandro Ribadeneira, autor de 'Calendario sin abril'. Foto: Armando Prado / FAMILIA

23 de septiembre de 2019 19:23

Por: Víctor Vizuete (O)

La vida y la muerte son hermanas que caminan de la mano. La primera es un cuaderno en blanco que se va llenando de pinturas, facturas, borrones y garabatos sin página de cierre; la segunda es el notario infalible que decide cuál será la última hoja.

La muerte duele, porque nunca estamos preparados para recibir su abrazo postrero. Y duele más cuando dirige su guadaña inapelable hacía personas todavía vigentes, vitales, con una bitácora llena de renglones por escribir. Y duele más, todavía, cuando estas muertes fueron producto de la más grande sinrazón, de la indolencia más retorcida, de la soberbia más recalcitrante, de las decisiones más pusilánimes de quienes podían evitarlas.

Este es el primer parámetro de ‘Calendario sin abril’, la nueva novela de Alejandro Ribadeneira, escritor, editor y periodista que esgrime una pluma ácida, irónica y contumaz pero también ágil, divertida y suspicaz, según sea del caso. ‘Las traigo muertas’, ‘Hasta cuándo, profe Almeida’ y ‘La frutilla mecánica’ son tres botones que confirman esas proyecciones. El quehacer de este ecuatoriano-chileno de 46 años se caracteriza por su singularidad, lo que hace que parezca un corcho que flota en medio de un océano cultural cada vez más uniforme.

El segundo parámetro de ‘Calendario sin abril’ es el amor. El de los padres a sus hijos desa­parecidos; el de los hijos e hijas a sus progenitores; el de las mujeres que perdieron a sus parejas en un lunes cualquiera, que se transformó en trágico por obra de un desalmado que regó un combustible esquizofrénico, encendido tanto por los narcotraficantes como por quienes debían combatirlos y proteger a las víctimas.

Calendario sin abril

El quid de la tragedia fue el secuestro y posterior asesinato del periodista, el fotógrafo y el chofer que viajaron a la frontera colombo-ecuatoriana a realizar una reportería. Seres humanos valiosos, que fueron ejecutados a mansalva por miembros de un grupo disidente.

Claro, la parte medular de ‘Calendario sin abril’ es el testimonio de Yadira, la joven pareja de Paúl, el fotógrafo que compartía con ella sueños, realizaciones, aspiraciones... Es el recuento agridulce y doloroso de todas esas botellas de vino que animaron las tardes de romance y de las que se quedaron sin destapar.

También es el recuento de la lucha de la periodista junto con un valiente grupo de familiares, colegas y amigos por hacer que se conozca la verdad. Aunque Yadira es una mujer menuda y en apariencia frágil, en plena carga de adrenalina es capaz de levantar un auto a pulso para salvar a un amigo; nunca se achicó ante presiones y aspavientos de quienes eran se encargaban de hacer, precisamente, lo contrario.

Todo contado con un lenguaje exacto y acertado. Con ritmo trepidante pero para nada salido de contexto. Son 184 páginas que se beben como si se trataran de un buen tequila, otro de los tragos que saboreaba Paúl con paladar de ‘sommelier’.

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