Aunque los cuentos de hadas nos han creado la ilusión de que el amor a primera vista es posible, este enamoramiento de un flechazo no existe como tal, según lo ha revelado la ciencia.

El interés de un primer encuentro puede nacer de una reacción química, algo instintivo y genético, pero esto no siempre se cumplirá. Un estudio demostró que el amor puede nacer luego de al menos cuatro citas.

El Departamento de Psicología del Hamilton College, en Nueva York, realizó una investigación que determinó que el amor surge cuando se ha podido ver varias veces a la otra persona. En ese contexto, el amor a primera vista es, según el estudio, un mito.

De acuerdo con la investigación, la atracción nace en función de lo familiar que nos puede resultar un rostro. Para demostrarlo se realizaron varios experimentos que consistieron en mostrar varias veces las fotos de 122 personas a un grupo de 22 mujeres y hombres que habían sido seleccionados para participar en el estudio.

A cada uno se les pidió que evaluaran las fotos, mientras la actividad de su cerebro estaba siendo monitoreada. A medida que se hacían más revisiones, los investigadores observaron que el comportamiento de las ondas cerebrales era similar al que se relaciona con la excitación. Es decir que mientras más identificaban un rostro o más se les hacía familiar, más surgía una empatía.

A partir de la cuarta vez en que las personas veían una imagen la atracción se hacía más grande, lo que les permitió a los científicos determinar que los rostros más familiares son los que despiertan mayor interés y gusto. Así, en el estudio publicado se mostró que “cuanto más tiempo pasa el hombre mirando a su compañera, más pronto caerá a sus pies”.

Muchas veces esta atracción existe, pero por circunstancias del entorno o del momento no se concreta una relación. Si ambos continúan viéndose es muy probable que el amor florezca porque se creará un nexo de cercanía y confianza al ver y conocer más a una persona.

Para que el enamoramiento suceda, en el cerebro se deben producir varias reacciones químicas. Estas surgen desde la atracción física y se combina con una necesidad génetica de buscar a la persona con la que se pueda perpetuar la especie.

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