Los mileniales son una generación de quiebre. Ellos llegaron para demostrar que los cánones que sus padres y abuelos habían establecido no se aplican a ellos.
Así, por ejemplo, la idea del matrimonio ha sido relegada para mucho después o quizás nunca, porque eso implica la idea de estabilidad, de ‘atarse’ a un lugar, de depender de otra persona. Lo mismo ha sucedido con la paternidad; aunque con una variante: ellos prefieren ser padres que esposos.

Según una investigación, de Pew Research Center, los jóvenes entre los 18 y 29 años valoran más la paternidad que el matrimonio. De hecho, una encuesta realizada a miles de participantes determinó que el 52% de los mileniales creen que la paternidad es una de las cosas más importantes de la vida. Tan solo el 30% de los encuestados señaló lo mismo sobre el matrimonio.

En la generación anterior, la X, los jóvenes de esa misma edad señalaban que el matrimonio y la paternidad iban de la mano y valoraban de la misma forma ambas cosas.
Esto incluso ha incidido en que los jóvenes mileniales prefieran tener hijos a casarse. Por ello, más del 50% de los niños nacidos en los últimos años viven en hogares uniparentales.

En la generación anterior, la X, los jóvenes de esa misma edad señalaban que el matrimonio y la paternidad iban de la mano. Foto: Pexels

El resto está en hogares donde sus padres no están casados, solo conviven juntos. Esto ha generado también un cambio en el modelo de crianza para sus hijos. Ellos prefieren salir del rol tradicional de sus padres, que eran controladores y obsesionados con los logros y los reconocimientos. Ahora se han convertido en padres más democráticos, que debaten con sus hijos los términos de sus permisos y de las expectativas que tienen de ellos.

De acuerdo con las estadísticas mundiales, el promedio de edad de una madre primeriza está en un máximo histórico de 26 años, frente a los 21 de 1970.
Esto no significa que no quieran iniciar una relación estable, pero prefieren demorarla el mayor tiempo posible. Tan solo el 25% de los chicos encuestados aseguraron que no querían casarse nunca.

Sin embargo, los que deciden casarse tienden a tener relaciones más estables y duraderas. Precisamente, esta demora en el momento de tomar la decisión de dar el sí, mejora el porcentaje de éxito en la pareja.F