Olvidar a un ex es más difícil de lo que parece

Cuando una persona se queda enganchada solo a los buenos tiempos de una relación y se olvida de lo malo, se dice que es un adicto a los recuerdos congelados.
Hacer cierres tras el fin de una relación es importante, porque ayuda a la persona a plantearse eso de una forma diferente. Foto: Freepik

Hacer cierres tras el fin de una relación es importante, porque ayuda a la persona a plantearse eso de una forma diferente. Foto: Freepik

30 de diciembre de 2022 17:45
Gabriela Balarezo

Hay un dicho que reza: “todo tiempo pasado fue mejor”. Esta frase trasladada al ámbito de pareja y llevada al extremo define una conducta que puede asumir uno de los dos miembros de una relación cuando esta termina.

Cuando las personas reviven una y otra vez los momentos iniciales de la relación (que por lo general son los mejores) y se aferran a esto se dice que son adictos a los recuerdos congelados. No es un diagnóstico ni nada parecido, pero sí un término que ayuda a describir una situación habitual de algunas parejas tras una ruptura.

La psicóloga y terapeuta de parejas Rosaura Flores DeValgaz detalla que se trata de un tema complejo que tiene que ver con la constancia del apego hacia algunas experiencias que hayan sido gratificantes para el individuo. En específico, dice la experta, “es un enganche de una persona hacia un estado”.

Todo se origina, según la especialista, en el proceso de duelo (después del fin de la relación) y cómo la persona lo transita. Y, ante todo, aclara que ningún proceso es
igual al otro y no son lineales, independientemente de por qué termina la unión.

En el momento en que finaliza una relación, por lo general una de las dos partes no se planteó la ruptura como tal. Esto sumado a la existencia de un apego (relacionado al tipo de crianza de la infancia) no seguro -quizás evitativo o ansioso- puede producir que quien no esperaba el fin de la pareja no se adapte bien y tome caminos no saludables.

La adicción a los recuerdos congelados es una de estas ‘rutas’ que no van a conducir al afectado o afectada por un proceso de sanación adecuado, según Florez De Valgaz. Este enganche a los recuerdos gratificantes o el estar atrapado en ese bucle de memorias positivas evita que la persona vea el panorama completo; es decir, también los malos momentos y los actos y decisiones que los llevaron al fin de la relación.

Para Silvia Sanz, sexóloga y psicóloga, existen diferentes motivos por los cuales las personas concentran su mirada únicamente en los buenos aspectos de la relación. Uno de ellos es el autosabotaje, indica en una entrevista con ABC. “Nos autoengañamos para justificar no avanzar y conocer a otras personas nuevas con lo que ello implica, como es empezar desde cero, cambiar de hábitos o aceptar la ruptura”, señala la experta.

Otras razones, según Sanz, se relacionan con el hecho de que necesitamos demostrarnos a nosotros mismos lo que de verdad sentíamos por esa persona y no llegamos a procesar la ‘injusta idea’ de que todo se haya acabado. Asimismo, puede ser una excusa para mantener el contacto con la expareja y mantener una esperanza de que todo puede volver a ser como lo era en sus inicios.

La terapeuta Flores De Valgaz menciona más situaciones que motivan a un individuo a engancharse a estos recuerdos gratificantes. En ciertas ocasiones, la parte afectada no acepta la pérdida ni quiere tener contacto con el proceso doloroso, es decir con el sufrimiento que implica este duelo.

Por otro lado, está el sistema de creencias que tiene cada individuo y que se relaciona con cómo nos ven los otros. Así, alguien adicto a los recuerdos congelados puede pensar que el sentir odio o enojo hacia el ex lo convierten en una mala persona, por lo que es mejor solo aferrarse a lo bueno.

Esta es una dinámica que puede convertirse en un patrón y repetirse a lo largo de más relaciones. Así lo especifica la psicóloga Flores De Valgaz. Puede pasar que la persona cambie continuamente de pareja, para vivir una y otra vez esos momentos iniciales, en los que el otro está idealizado. O que, en este contexto, intente revivir los hechos gratificantes que experimentó con un ex con una nueva pareja: ir a los mismos lugares, realizar las mismas actividades, entre otros.

Para esta experta, la existencia de esa adicción a los recuerdos congelados se relaciona mucho con el concepto de amor romántico que domina todavía a la sociedad actual. Ella considera que todavía se sigue confundiendo al enamoramiento con el sentir amor. Este último es una construcción hecha de decisiones que tomamos a lo largo del camino de la relación. 

OTRAS CONSIDERACIONES

Señales. Una persona puede no tener conciencia de que está atrapada en este bucle de recuerdos positivos. Las comparaciones constantes y las referencias a tiempos pasados de una relación anterior se consideran indicios de que no se superó la ruptura.

Negación.
 El proceso de duelo no resuelto sucede al interior del individuo, es decir que hacia el exterior aparenta que está bien con el fin de la relación, que ya lo superó pero en realidad no es así. Sucede porque el implicado se niega a aceptar la pérdida.

Consecuencias.
 El no cerrar adecuadamente una relación pasada va a generar problemas en las nuevas relaciones que inicie la persona. O también, como explica Flores De Valgaz, un proceso de autoconocimiento que permita ver el panorama con otra visión.

Compensación.  La adicción a los recuerdos congelados se manifiesta por esa evasión al contacto con las emociones que afloran en una ruptura. Esta evasión hace que la persona deba compensar con algo y se aferre a esos buenos momentos.

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