Aunque nadie entra a una relación pensando que en algún momento terminará, la realidad es que las rupturas son parte del enamoramiento y la convivencia. No todas las personas son compatibles entre sí y, en ocasiones, los conflictos acaban por separar a los miembros de una unión consolidada. 

Recuperarse de una ruptura; sin embargo, no es nada fácil. Existen muchas emociones en juego: dolor, miedo, soledad, angustia, estrés. Además el rompimiento representa para muchas personas un duro golpe emocional ya que no siempre se lo puede anticipar. 

Después de una ruptura, uno o ambos miembros de la pareja pueden sentirse solos, pueden tener problemas para concentrarse, sentirse deprimidos y sin ganas de realizar sus actividades habituales.

Según el portal Psicología y Mente, es importante gestionar el dolor emocional. "Por más que queramos evitar el malestar que la ruptura supone, si no vivimos ese dolor y lo sufrimos, será complicado poder llegar a tener una nueva relación de pareja sana", señala el portal especializado. 
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Por otro lado, es importante dedicar tiempo a comprender lo ocurrido. Es necesario analizar la situación, los factores que llevaron a la ruptura y, de esta forma, evitar ver el fin de la relación como un posible error. Esto va de la mano con evitar idealizar el pasado. No se debe olvidar los aspectos negativos que llevaron al fracaso de la pareja. 

Finalmente se recomienda darse tiempo. Antes de involucrarse sentimentalmente con otra persona es necesario sanar. Los 'rebotes' pueden solo distraer la atención y postergar el proceso de duelo.