La vergüenza sexual va más allá del pudor

El sexo puede resultar realmente intimidante cuando las personas tienden a compararse con estándares ajenos. Tiene que ver también con la autoestima.
El sentirse intimidado frente al sexo puede ser el resultado de compararse con lo que alguien ha visto o escuchado al respecto. Foto: Freepik

El sentirse intimidado frente al sexo puede ser el resultado de compararse con lo que alguien ha visto o escuchado al respecto. Foto: Freepik

13 de junio de 2022 08:00
Gabriela Balarezo

‘¿Qué ocurrió en el siglo pasado para que hoy sea tan difícil sorprenderse de aquello que escandalizaba a nuestros abuelos?”. Es la pregunta que el escritor Miguel Dalmau intenta responder en su libro ‘El ocaso del pudor’. Es que Dalmau considera que ya no se lo percibe como antes y habla incluso de un ‘pudoricidio’.

Vivimos en una sociedad cada vez más hipersexualizada -cada vez más falta de pudor, según el escritor español- y repleta de información. Aun así, siguen existiendo personas que se sienten intimidadas por el sexo o sienten vergüenza sexual.

Lo primero, respecto de esta problemática del ámbito sexual, es diferenciar los términos y situaciones: están el pudor, la vergüenza (ligada a la intimidación) y en un escalón más alto está el miedo al sexo. Es la distinción que hace el sexólogo Francisco Larrea.

Pero, ¿a qué se refiere en concreto esta vergüenza o sentir que el sexo intimida? ¿En dónde o cómo se originan? Ante todo, el experto aclara que “cada persona tiene su historial, cada persona tiene su experiencia con su cuerpo y sus relaciones sexuales pasadas, con lo que ha visto, escuchado y vivido. Entonces, se convierte en algo muy de cada persona”.

Para Larrea, el origen pudiera estar en el mismo hecho de que vivimos en una sociedad hipersexualizada. En la cantidad de información (gran parte de las veces sin filtros) que recibimos.

Él considera que parte mucho de la comparación con la pornografía, como punto de referencia. “A veces puede ser que se comparen con eso y digan: ‘Pero si yo no me veo así’, ‘yo no me puedo mover así’, ‘yo no puedo o no sé si podría hacer eso’, ‘es muy intimidante’...”, detalla.

Incluso sucede que la pornografía en el contexto de Ecuador, sobre todo, se convierte en un medio de educación sexual, en el primer contacto con el ámbito sexual al que
las personas tienen acceso, explica el sexólogo.

De esta manera, señala, se crea una idea distorsionada de lo que es una relación sexual. Asimismo, Larrea explica que “las personas nos comunicamos muchísimo a diario sobre nuestra sexualidad”.

Puede que siga siendo un tema tabú, pero la gente conversa y habla en gran medida sobre sus experiencias sexuales en los grupos de amigos.

Por lo que suele pasar que las personas se imaginan que lo que les están contando y están escuchando es como se supone que debería ser. Al contrario, Larrea insiste en que “cada quien tiene su propia experiencia sexual. No tienes que imitar a nadie ni cumplir los estándares de nadie”.

La vergüenza sexual se relaciona con los miedos y los complejos. Foto: Freepik

La vergüenza sexual se relaciona con los miedos y los complejos. Foto: Freepik


En paralelo, la psicóloga y sexóloga española Ana Sierra explica (en una publicación) sobre los complejos que impiden a uno de los miembros de la relación disfrutar en la cama. Una circunstancia muy ligada a la vergüenza sexual.

Los complejos de acuerdo con el planteamiento de Sierra “aparecen si te mides según los cánones de belleza estipulados socialmente, aceptas las medidas supuestamente perfectas y deseas ser aburridamente ‘normal’...”. Esto está relacionado con lo que manifiesta Larrea sobre querer cumplir con las expectativas y estándares de los otros.

Sucede, por ejemplo, cuando alguien está en una relación con una persona que previamente ha tenido un largo historial de relaciones sexuales. Puede existir el temor o la duda de si podrá estar o no a la altura.

En relación con el pudor, Larrea hace una clara diferenciación. Si verdaderamente está en decadencia o en “peligro de extinción” pudiera ser una lástima. Porque el sexólogo no le da una connotación necesariamente negativa.

Lo separa claramente de la vergüenza y destaca que puede, incluso, producir una cierta emoción, expectación o resultar estimulante. Mientras que el ver el sexo como un factor intimidante o sentir vergüenza va un poco más allá.

Puede generar un efecto contrario. “Estás tan concentrado en cómo vas a rendir o en cómo vas a satisfacer a una persona que sabe tanto o más que tú o que tú sabes tan poco que tu desempeño sexual se va anulando. Porque toda tu atención se está yendo hacia eso, a que no vas a ser capaz de satisfacer a una persona”.

A su vez, el miedo puede estar muy relacionado a la vergüenza y a la sensación intimidante. Es una respuesta completamente normal, recuerda el experto. “Toda nuestra educación sexual gira en torno a generar miedo frente al sexo”, dice Larrea.

Lo han asociado con lo prohibido, con el dolor, con las enfermedades de transmisión sexual, cuando en realidad resulta algo maravilloso.

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