El apego ambivalente crea adultos ansiosos

Es importante que los padres estén disponibles para satisfacer las necesidades emocionales de los hijos. Así se evitará la dependencia emocional en la adultez
Foto: Freepik
23 de octubre de 2019 11:52
Gabriela Castellanos

El apego es el vínculo que se crea entre el bebé y sus padres o cuidadores. Este concepto es muy importante en el desarrollo de los hijos, ya que determina cómo se van a relacionar en el futuro con otras personas. Cuando los padres tienen una relación sólida con sus hijos y satisfacen sus necesidades emocionales, los niños crecen con seguridad y confianza. Cuando hay falencias, los pequeños pueden tener problemas en el futuro.

La psicóloga e investigadora Mary Ains­worth fue la primera en observar el apego ambivalente. En un estudio encontró que un porcentaje de niños mostraba signos de angustia incluso cuando su madre se encontraba en la sala. En lugar de jugar con soltura, permanecían en estado de alerta y vigilando siempre a su madre. Sentían miedo al abandono.

Si su madre salía de la sala, lloraban desconsoladamente hasta que volvía. Era tan alto el nivel de ansiedad en estos niños, que ningún adulto lograba calmarlos. Cuando su madre volvía se sentían aliviados y acudían a ella, pero luego se enfadaban y las rechazaban.

Ainsworth y sus colaboradoras observaron que el tipo de madre de estos niños respondía a un patrón particu­lar en que el vínculo de las madres con sus bebés era tremendamente inestable.

El apego ansioso ambivalente o resistente ocurre cuando los niños tienen preocupación o ansiedad porque sus necesidades emocionales no siempre son cumplidas por sus cuidadores. Puede ser que algunas veces los padres estén animados, tranquilos y quieran relacionarse con los niños y por ello se muestran cariñosos y sensibles hacia ellos. Pero en otras ocasiones son distantes, no están disponibles. “Esto causa que los niños no tengan seguridad sobre sus padres o cuidadores. La dinámica de la relación se vuelve impredecible y los pequeños empiezan a sentir ansiedad”, apunta la psicóloga en su estudio.

En estos casos, los niños empiezan a presentar cierto tipo de conductas para llamar la atención de sus padres constantemente. Aprenden que únicamente con la persistencia logran cubrir la necesidad que tienen en ese momento.

A medida que crecen, los niños que se desarrollan con un apego ansioso ambivalente trasladan los llamados de atención a las relaciones que entablan en el futuro con amigos y parejas.

Al convertirse en adultos, serán personas que vivan en un estado constante de preocupación y desconfianza. Es altamente probable que caigan en dependencia emocional y que tengan problemas de autoestima y de seguridad.

En las relaciones de pareja esto resulta grave, ya que trasladan la ansiedad que sienten a la otra persona. Reclamarán atención constantemente y pueden convertirse en celosos patológicos, lo que en muchos casos puede acabar con las parejas.

Muchos padres se enfrentarán a la duda de si deben acudir a cada llamado de los hijos o si en algún momento hay que ignorarlos, especialmente si hacen berrinches. La psicóloga clínica Ana Belén Tapia asegura que no hay una fórmula mágica.

“Los padres deben aprender a reconocer cuando sus hijos realmente necesitan de ellos y cuándo están actuando para llamar su atención. Eso se logra a través de la comunicación y enseñándoles a canalizar sus emociones y a solucionar sus problemas de forma independiente”, dice la especialista.

La clave está en aprender que no se necesita del otro para estar bien y en paz. También que pueden recibir apoyo emocional y cubrir sus necesidades sin recurrir a llamados de atención. Además, es importante darles seguridad para que puedan explorar el mundo sin necesidad de recurrir a otras personas. “Es importante que se sientan cómodos pidiendo apoyo, pero también en su independencia”, dice Tapia.

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