El mundo tan competitivo en que vivimos exige que nuestros hijos aprendan desde pequeños todo lo que puedan. Y un requisito indispensable es un segundo idioma.
Pero aprenderlo no siempre es sencillo. Depende de muchos factores que no solamente están ligados con la habilidad, sino también al entorno, el método de aprendizaje, el nivel de desarrollo en el que se encuentra la persona y la aplicabilidad o necesidad que se tenga de hablarlo, según explicó Renata Castillo, PhD en Educación y docente de la Universidad San Francisco de Quito.

“Muchas veces pensamos que ser bilingüe es solamente tener un dominio total de dos idiomas; pero eso es lo utópico, porque incluso si un niño nació en un hogar bilingüe, siempre habrá un idioma que uses más que el otro”, aclaró Castillo.

En el aprendizaje de un segundo idioma existen cuatro destrezas que determinarán el grado de conocimiento del lenguaje: escribir, leer, hablar y comprender. Por ello, es posible decir que existen cuatro tipo de bilingüismos -según Castillo- en función de la destreza que se maneje. “Hay niños muy pequeños que hablan perfectamente los dos idiomas, pero no los escriben o que solo entienden pero no lo hablan”, aclaró la experta.

Además, se debe entender que no existen idiomas más o menos fáciles, sino grados de motivación para aprender y la capacidad de practicarlos. Si bien es cierto que al ser niños es más sencillo receptar la información de un nuevo idioma, los adultos también pueden convertirse en bilingües si se empeñan en aprender.

Hay algunos idiomas que tienen raíces similares al materno. Esto ayudará a la comprensión de un nuevo lenguaje, porque se tiene una misma lógica de la estructura del idioma. Así, por ejemplo, el francés es muy parecido al español, porque son lenguas romance.

Lo importante para enseñar a los niños un segundo idioma es incentivarles a hacerlo. No se trata de decirles lo bueno o útil que resulta saber dos o más idiomas, sino usar herramientas que llamen la atención al pequeño, como leer libros o ver películas en otro idioma.

El saber más de un lenguaje tiene además efectos positivos para la salud. Una investigación realizada en la Universidad de York (Canadá) demostró que saber más de un idioma reduce las probabilidades de sufrir Alzhéimer. El hallazgo lo hizo la psicolingüista Ellen Bialystok, cuando comparaba el envejecimiento en una población de bilingües con una de monolingües. El resultado: los bilingües sintieron los primeros signos entre cuatro y cinco años más tarde que los otros.

“Eso ocurre porque en una mente bilingüe, los idiomas están activos todo el tiempo y compiten, por así decirlo, constantemente por la atención”, señaló la investigadora.

El control ejecutivo, un sistema que funciona en el cerebro, que nos permite concentrarnos, cambiar la atención de un tema a otro con facilidad o mantener más información en la mente, está mejor entrenado en una persona bilingüe. Cuando se envejece esto puede funcionar como una reserva que retrasa los síntomas de enfermedades.

Consejos

Ver siempre la televisión en ingléso en el idioma que se quiera enseñar a los niños.El cable, los servicios de streaming y los DVD tienen la opción de elegir el idioma en el que se escuchan los programas. Esto ayudará a que los pequeños se familiaricen con el idioma.

Podemos inculcarles el amor a la lectura también en otro idioma utilizando libros bilingües adaptados a su edad. Existen aplicaciones también de audiolibros, que se pueden escuchar con los pequeños, en momentos determinados del día, como en el auto.

Una buena idea para mejorar el aprendizaje es que los padres se apunten a clase con sus niños. De esa manera, si ambos no saben mucho inglés, tendrán la posibilidad de aprender juntos y, de paso, de mejorar los vínculos entre padres e hijos.

No presione a sus pequeños a aprender otro idioma. Si usted quiere que todo el tiempo sus hijos estén hablando en otro idioma, se generará un problema y un rechazo a todo lo que signifique aprender y desarrollar el gusto por una lengua adicional.