Hasta los 18 meses Martín, el primer hijo de María José Muñoz, no durmió nunca más de cuatro horas seguidas. Además, desde las primeras semanas notó que era muy fuerte y según avanzaban los meses se movía cada vez más y con gran agilidad. El pequeño gateaba rápido y empezó a caminar a los 11 meses.

“Era agotador, incansable y lo que más me frustraba era no tener tiempo de recuperación para poder atender sus necesidades”, confiesa la madre. No fue hasta que Martín cumplió un año que conoció el mundo de los denominados bebés de alta demanda. Su hijo cumplía con todas las características por lo que acudió a un profesional para que le hicieran la respectiva valoración.

En la era de la información, el término bebé de alta demanda sigue sin ser del todo conocido. No es una patología, síndrome o trastorno como tal pero sí una condición que por diferentes razones tienen ciertos bebés desde que nacen.

El pediatra estadounidense William Sears fue el primero en emplear el término al nacer su cuarta hija. Desde los primeros días de vida notó que la niña no era como sus hermanos, ya que su intensidad y demanda eran mucho mayores.

En inglés, la terminología usada es High Need Babies (bebés de altas necesidades), un concepto más acertado porque la etiqueta de “demandante” tiende a tener connotaciones negativas. Los pequeños que tienen estas altas necesidades demandan más apego, mucho más amor y más constancia de sus padres, explica Patricia Muñoz, ella es doula certificada en maternidad y experta en crianza positiva.

Aunque los bebés y sobre todo los recién nacidos son en general demandantes, los que entran en esta categoría especial son más que eso: pueden resultar absorbentes y agotadores para sus cuidadores. Los expertos que conocen sobre el tema suelen decir que si los papás dudan de si su hijo tiene o no está condición es porque en realidad no la tiene.

Beatriz Muñoz, una madre que se ha especializado en el tema y que comparte información a través de su blog Mamá Valiente, deja muy claro que esta demanda no es nunca culpa de los progenitores. Además suele estar relacionada con la superdotación y la alta sensibilidad. 

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