La disculpa enseña sobre empatía y reparación

El gesto de pedir perdón a los hijos, tras un grito o una acción injusta, es una oportunidad de aprendizaje. Les indica que todos nos equivocamos.
Para ofrecer disculpas, lo ideal es hacerlo de forma simple. Si les gritamos, decir: “Perdóname, no debí hablarte así. Nadie puede hablarte así”. Foto: Freepik

Para ofrecer disculpas, lo ideal es hacerlo de forma simple. Si les gritamos, decir: “Perdóname, no debí hablarte así. Nadie puede hablarte así”. Foto: Freepik

30 de enero de 2023 08:00
Gabriela Balarezo

Los nuevos modelos de crianza, la denominada respetuosa o basada en el apego, llegan para romper paradigmas y ayudar a los padres con la dura tarea de educar a los hijos. Y también para resolver dudas y aplacar culpas.

En la actualidad, educar a través de gritos y autoritarismo tiene cada vez menos cabida. Pero la gran mayoría de quienes ahora son padres recibieron este tipo de crianza y al interactuar con sus hijos replican este tipo de conductas automáticas. ¿Qué hacer cuando esto sucede? ¿Se debe pedir perdón a los niños cuando actuamos “mal”?

Para Adriana Vergara, psicóloga perinatal especializada en crianza respetuosa, es importante entender que vamos a cometer miles de errores porque estamos aprendiendo. “Cada error es una oportunidad de cambio, de mejora y aprendizaje. Por eso, la invitación es a mirarse desde un lugar más autocompasivo cada vez que ocurra este tipo de situaciones que consideramos errores”.

Por esta razón, los momentos desatinados (como reaccionar con gritos, por ejemplo) pueden resultar una oportunidad perfecta para mostrar a los hijos cómo actuar en situaciones similares. “Hablando desde las neurociencias, el principio básico del aprendizaje del cerebro infantil es observar, imitar y repetir”, explica.

Equivocarse es humano

En la misma línea, la psicóloga señala que los progenitores muchas veces se disocian de lo que quieren que aprendan sus hijos, porque no modelan o no les muestran cómo se hace. Así, ofrecer disculpas tras un impase se convierte en una lección a futuro para el niño.

El reconocido neuropsicólogo y padre de tres, Álvaro Bilbao, trata de este tema en su libro ‘El cerebro del niño’. Al igual que Vergara, manifiesta que todos cometemos errores, pero que son muy pocos los progenitores que reconocen que se equivocaron y piden perdón después.

Para el experto, esto tiene que ver con la idea generalizada en la sociedad de que con el gesto se pierde autoridad o respeto. En realidad, decir “lo siento” a un hijo después de un grito o una acción desatinada le enseña que todos cometemos errores y que es importante buscar una solución.

Al predicar con el ejemplo y mostrarle cómo hacerlo -asegura Bilbao-, el niño empieza a comprender la importancia de ofrecer disculpas. Asimismo, este gesto de reconocimiento paterno indica a los hijos “que deben ser responsables y consecuentes cuando hacen daño y aprenden que todo el mundo merece respeto”, de acuerdo con el especialista.

¿Cuándo empezar?

La psicóloga Vergara dice que los padres deberían ofrecer disculpas a sus hijos “desde siempre, desde que están en el vientre de la madre”. “Enseñar a un ser humano a que vea que es importante reparar cuando lastimamos es fundamental. La única manera de enseñar eso es mostrándolo”, sostiene.

Esta disculpa no debe conectar con la culpa y el autocastigo porque así se les transmitiría que no deben equivocarse. Lo ideal, según Vergara, es que detrás de este “lo siento” haya una intención de reparación y de empatía con el otro. Disculparse porque sí, por norma, no tiene sentido.

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