Los juegos que involucran la imaginación, los diálogos improvisados y la toma de decisiones preparan a los niños para la vida en la edad adulta. Los investigadores Dorothy y Jerome Singer de la Universidad de Yale (Estados Unidos) lo narran en sus publicaciones ‘La casa de la imaginación’ y ‘Libro de mano de los niños y los medios’ publicados también por la Universidad de Harvard.

Ya lo dijo el sabio Albert Einstein: “La imaginación es más importante que el conocimiento” y, por ello, jugar a interpretar roles es un aspecto fundamental del desarrollo cognitivo de los menores, ese tipo de estímulo los ayuda a organizar mejor sus días cuando son adultos, pues se amplía la capacidad de crear escenarios futuros y tomar decisiones en función de las variables que van apareciendo en el camino.

Jugar a simular ser el dueño de un almacén, conducir un autobús, ser una diseñadora o un arquitecto ayuda a que el cerebro desarrolle un mecanismo de anticipación y pueda entenderla relación de causa y efecto de las acciones que se realizan.

Además, según apunta el estudio, los juegos en los que se alienta a los niños a crear diálogos o imaginar objetos (por ejemplo una nave espacial o un artefacto para volver en el tiempo) despierta la habilidad de ordenar las ideas, manejar de mejor manera los conflictos y hace de la creatividad una fuente para resolver problemas.

Al asumir un papel, los niños desarrollan su área social y de lenguaje. Foto: Pexels

Durante la investigación, los niños cuyos padres los alentaron a realizar juegos de roles eran capaces en mayor medida de mantener una conversación y se mostraron más extrovertidos y dispuestos a aceptar retos. Además, para los autores, este tipo de juegos ayuda a los pequeños a descubrir quiénes son, qué desean hacer en el futuro. Asimismo, eleva la capacidad de razonar y los modos en que desean hablar y socializar.

Parece una obviedad pero en tiempos de juegos digitales hay cada vez menos niños jugando con su imaginación. Cuando los pequeños juegan a simular empiezan a pensar más, y no solo durante los minutos u horas de entretenimiento sino incluso cuando están en otras facetas como la escolar. Esos pensamientos se transforman en ideas y con el paso del tiempo llegan a convertirse en conocimiento sobre el mundo real.

Aquellos niños que juegan más incluso tienen mejor rendimiento en la escuela. Los juegos de imaginación y de simulación son realizados de forma natural por los pequeños, tener un amigo imaginario, por ejemplo, por ello son los padres, maestros y personas que los cuidan los responsables de impulsar estas actividades como una estrategia del cerebro para prepararse para el futuro.

Dorothy y Jerome Singer explican también que muchos de los niños que ingresan a la educación inicial llegan desprovistos de la capacidad de anticiparse y tomar decisiones. Mientras más involucrados estén tanto los padres como los niños en los juegos, más estarán preparados para los desafíos de la educación formal, pues además de los beneficios ya mencionados son menores con un conocimiento más elevado de vocabulario.

¿Cómo lograr un juego de simulación? En realidad es muy fácil, pero debe ser usted quien primero haga la representación. Colóquese frente al niño y haga contacto visual, luego puede decirle “soy un pirata” y buscar por la casa los objetos que se asocien a este personaje. Un tubo puede ser el largavistas, un armador puede funcionar como la mano de garfio, una bufanda puede hacer de peluca, etc. Una vez que su pequeño lo mire divirtiéndose le seguirá en el juego. Es importante que vaya creando un diálogo e imaginando situaciones y formas de resolverlas.