No existen padres perfectos, es hora de normalizarlo

Muchos padres sienten presión por ser perfectos y criar hijos perfectos. Está bien equivocarse, lo importante es reconocer los errores y no ocultarlos.
Como padres, hay que reconocer que es normal sentirse preocupados, confundidos, molestos, culpables e incapaces por ciertas conductas de los niños. Foto: Pixabay

Como padres, hay que reconocer que es normal sentirse preocupados, confundidos, molestos, culpables e incapaces por ciertas conductas de los niños. Foto: Pixabay

2 de diciembre de 2019 16:06
Gabriela Castellanos

El mito de un padre perfecto, una madre perfecta e hijos perfectos no es más que eso: un mito. La realidad, y quienes son padres pueden dar fe, es que el camino de la paternidad está lleno de momentos agradables, divertidos y otros más difíciles y frustrantes.

Muchos padres sienten que deben mostrarse como perfectos, no solo ante otros padres, sino ante sus propios hijos. Ganarse el respeto y la admiración de los demás son dos razones secundarias. Una de las principales es inspirar a sus hijos a tomar buenas decisiones al observar cómo se comportan sus padres.

Pero en la crianza de los hijos hay altos y bajos. A medida que crecen, los niños pueden presentar comportamientos que resultan irritantes para los padres, como no seguir instrucciones, no cumplir con las tareas, pasar demasiado tiempo viendo televisión, discutir con los hermanos... A los papás estos momentos pueden resultar difíciles de manejar.

Entonces se puede perder la paciencia y de repente mamá y papá se encuentran haciendo algo que juraron nunca hacer: gritar y pelear con sus hijos. Todo esto seguido de un gran arrepentimiento por haber perdido los estribos.

“Como padres, hay que reconocer que es normal sentirse preocupados, confundidos, molestos, culpables e incapaces por ciertas conductas de los niños. Es parte de ser padres. Es inútil y contraproducente tratar de ser perfecto o criar hijos perfectos”, según Healthy Children, una organización aliada de la Academia Americana de Pediatría.

La verdad es que los padres también cometen errores y eso está bien. No hay un manual de instrucciones y, por más preparación que se crea tener, cada hijo será diferente y un reto para cada padre. Es un aprendizaje de ambos lados.

Lo importante es reconocer las equivocaciones y no pretender verse perfectos ante los ojos de sus hijos. En la revista Psychology Today, la psicóloga infantil Tamar Chansky dice que los niños valorarán la honestidad de sus padres.

“Si papá o mamá intentan ocultar o pasar por alto sus propios errores es probable que los niños traten de hacer lo mismo. Si tienen una conducta inapropiada, harán todo lo posible por esconderla y así no decepcionar a sus progenitores”.

Por el contrario, enseñar a los niños a asumir la responsabilidad sobre algún error los ­ayudará a tener más confianza con los adultos. En el futuro serán más abiertos y menos testarudos.

Si en medio de la frustración y el enojo le gritó a su hijo o hija, lo adecuado será disculparse por haber herido al menor. Vale la pena explicar que no es la forma correcta para solucionar problemas y que en el futuro se tratará de controlar mejor. Así, los niños entenderán lo importante de asumir los errores de cada uno.

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