Razones para incentivar el consumo de agua en los niños

Los niños deben consumir mucha agua a lo largo del día. Pero esta debe ser agua de calidad y evitar las bebidas que la reemplacen.
785 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos en el mundo, según la OMS y Unicef. Foto: Freepik

785 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos en el mundo, según la OMS y Unicef. Foto: Freepik

2 de julio de 2019 15:25
Nancy Verdezoto

El agua es fundamental en la salud. No solo porque es necesaria para la subsistencia humana, sino porque nos permite desarrollarnos en un ambiente apto y limpio.

Sin embargo, en el mundo existen alrededor de 2 200 millones de personas que no cuentan con servicios de agua potable gestionados de manera segura, 4 200 millones de personas no cuentan con servicios de saneamiento seguro y 3 000 millones carecen de instalaciones básicas incluso para lavarse las manos, de acuerdo con un informe del 2019 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef.

En el país, esta cifra representa cerca del 14% de los niños y adolescentes, principalmente en las zonas rurales. Esto tiene una incidencia directa en la mortalidad infantil porque los pequeños padecen enfermedades gastrointestinales como el cólera o la disentería.

De allí que es primordial acceder a agua de calidad y a servicios básicos. Este es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se debe mejorar; la meta para el 2030 es que todos los hogares cuenten con sistemas de agua potable y de saneamiento.

El agua no puede ser reemplazada por ninguna otra bebida. Hacerlo puede traer consecuencias negativas para la salud infantil. Por un lado, el cuidado dental deberá ser mayor, porque muchas bebidas azucaradas son perjudiciales para la dentadura. A esto se suma los problemas ligados a la diabetes y al sobrepeso.

El agua es fundamental en la infancia porque es una etapa sensible. Los niños requieren más agua que los adultos, porque tienen más dificultad para regular y mantener su temperatura corporal: si hace calor, el riesgo de deshidratación de un menor es más alto que el de un adulto promedio.

Asimismo, los niños son más activos que los adultos, siempre están en movimiento y muchas veces bajo los rayos del sol, sobre todo en este verano que empieza. Los padres debemos garantizar una adecuada hidratación con agua que no esté contaminada.

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