REGGIO EMILIA, MÁS QUE UN MÉTODO ES UNA FILOSOFÍA

Esta propuesta pedagógica, nacida en Italia, es una alternativa a lo tradicional.
Los niños son los protagonistas de su propio aprendizaje y el espacio es el tercer maestro.
El jardín en Rocottin es otro espacio para  crear y explorar libremente. Los niños tienen a  su disposición una variedad de materiales. Foto: Cortesía

El jardín en Rocottin es otro espacio para crear y explorar libremente. Los niños tienen a su disposición una variedad de materiales. Foto: Cortesía

6 de junio de 2022 08:00
Gabriela Balarezo

El centro infantil funciona en una casa estilo Bauhaus de color rosa intenso en el barrio La Floresta, en Quito. Es uno de las pocos que existen en Quito que aplican la filosofía Reggio Emilia en su plan educativo.

Cada espacio en su interior, dividido según edades, está pensado para promover la exploración y motivar la curiosidad de los niños que asisten. El pasado abril tuvo lugar una firma simbólica de un Memorando de Entendimiento entre el Municipio de Reggio Emilia de Italia y el Ministerio de Educación del Ecuador. El objetivo es promocionar y promover en el país la educación inspirada en el Reggio Emilia Approach.

¿A qué se refiere esta propuesta educativa? Lo primero y más importante es que Reggio Emilia no es un método (como Montessori o Waldorf) si no una filosofía. Toma su nombre de una pequeña ciudad en el norte de Italia en donde surgió tras la Segunda Guerra Mundial. Una iniciativa encabezada por el pedagogo Loris Malaguzzi y otros docentes que pretendían buscar formas para que los niños pudieran superar, de alguna manera, los traumas de la guerra.

En este sentido, el centro de esta corriente pedagógica es el propio niño. Pero tanto padres, madres como maestros trabajan en conjunto para acompañar el proceso de aprendizaje, como testigos y guías más que como impositores. “Los niños bajo la filosofía reggiana deben ser comprendidos como seres capaces de inventar, imaginar y crear”, explica Carolina Rubio. Ella es, entre otras cosas, asesora pedagógica y representante de Red Solare en Ecuador.

Reggio Children el centro o fundación que promueve la filosofía y que se encarga de cuidar su propuesta tiene representantes en todo el mundo. En Latinoamérica tiene el nombre de Red Solare, con presencia en 11 países. Rubio
es la representante de Red Solare en Ecuador.

Su labor, desde su creación en 2014, consiste en promover esta alternativa a las pedagogías tradicionales a través de capacitaciones o talleres. Como a través de grupos de estudio en los que los docentes viajan por lo general a Reggio Emilia para aprender e inspirarse.

Según la corriente Reggio Emilia, los niños son los protagonistas de su propio proceso de aprendizaje. Además, Malaguzzi consideraba que “los niños tienen 100 maneras de expresarse, pero les robamos noventa y nueve”. Son los famosos “100 lenguajes”, que hace referencia al libre desarrollo de las posibilidades expresivas que tienen los pequeños.

Cada espacio está muy bien pensado según Cornejo, por lo que existe mucho compromiso con el niño. En su centro hay espacios según la edad, un área para comer y ajustada para promover la autonomía e incluso un aula de luz y sombra.   Foto: Cortesía

Cada espacio está muy bien pensado según Cornejo, por lo que existe mucho compromiso con el niño. En su centro hay espacios según la edad, un área para comer y ajustada para promover la autonomía e incluso un aula de luz y sombra. Foto: Cortesía


El centro infantil ubicado en La Floresta se llama Rocottin y se inspira en esta filosofía educativa. De hecho, Mariarosa Cornejo, diseñadora de profesión y a la cabeza del lugar, acaba de regresar de un grupo de estudio en Reggio Emilia. Hace 8 años hizo su primer viaje para capacitarse en esta propuesta y no ha parado desde entonces.

Buscaba poner en práctica en su centro una forma de enseñar alejada de lo tradicional. Quería encontrar la manera de enseñar a través del arte y así dio con esta pedagogía que se ajustaba justo a lo que estaba buscando.

Desde el punto de vista de la educación constructivista que plantea Malaguzzi el ambiente es el tercer maestro. Por eso, en Rocottin cada espacio ha sido preparado pensando en cada detalle.

El salón de los niños de 3 a 4 años tiene, por ejemplo, un área de prematemáticas con materiales que los niños pueden manipular. Hay una zona de legos y materiales de construcción. Y en las paredes están expuestos los resultados finales de los proyectos en los que han trabajado, aunque aclara Cornejo que más que el producto final importa el proceso.

Un mosaico de cartulinas negras y blancas con trazos pardos, rojos, amarillos y verdes es uno de los resultados de una propuesta que trabajaron durante meses. La intención era imitar la piel de diferentes tipos de sapos de un libro que les presentaron a los niños. Todo surgió a raíz de un encuentro casual en el jardín: uno de los niños encontró un sapo y esto detonó la curiosidad para entre todos estudiarlos a fondo. 

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