El síndrome del hermano mayor es un llamado de atención

Los primogénitos pueden tener conductas más fuertes que los celos normales cuando un nuevo miembro llega a la familia. Hay varias herramientas para acompañar este proceso.
La psicóloga Santos enfatiza en la importancia de la validación de emociones y de acompañar el proceso con paciencia y dedicación. Foto: Freepik

La psicóloga Santos enfatiza en la importancia de la validación de emociones y de acompañar el proceso con paciencia y dedicación. Foto: Freepik

23 de enero de 2023 08:00
Gabriela Balarezo

Cuando el segundo hijo de Beatriz nació, Marco (el primero) se tomó bien la llegada del nuevo miembro de la familia. Pero conforme pasaban los meses, la situación empezó a cambiar. “Donde antes había besos y cariños ahora aprovecha para hacerle daño”, dice la mamá.

Cuenta Beatriz que es habitual encontrar a Marco pegando a su hermano o sentándose encima de él; “lo hace como si estuviera jugando, a pesar de saber que no está permitido ser brusco con su hermano”. Además, se suma el hecho de que empezó a tartamudear.

Esta situación que preocupa a la madre se conoce como el síndrome del hermano mayor o del príncipe destronado. Por lo general, sucede cuando llega un nuevo miembro a una familia con un hijo único.

Los celos entre los hermanos, sobre todo cuando ambos están en la primera infancia, son comunes y naturales, explica la psicóloga infanto-juvenil Ana Francisca Fernández-Salvador. En el caso del síndrome del príncipe destronado las conductas provocadas por los celos van un poco más allá.

Existen patrones de conducta más marcados para este síndrome, advierte Fernández-Salvador. Se trata de señales que se evidencian por retrocesos en el desarrollo. Por ejemplo, si el niño había logrado dormir solo en su habitación, va a necesitar otra vez la presencia paterna a la hora de dormir o también puede pasar que afecte el lenguaje y empiecen a hablar como si fueran bebés.

Descontrol de impulsos

Incluso se vuelven agresivos, que es el comportamiento que más suele asustar a los padres. “Esta agresividad viene de la falta de control de impulsos. Los niños no tienen desarrolladas todas las partes de su cerebro y tampoco la madurez para controlar impulsos y emociones”, indica la psicóloga.

Por esta razón, los sentimientos de tristeza, frustración o enojo se traducen en golpes o reacciones agresivas. Se expresan de la manera que pueden. Otra conducta bastante característica es la necesidad de atención de una forma intensa, que se expresa a través de llantos constantes o berrinches fuertes.

Pero nada de esto implica que el niño sea malcriado. Con la llegada de un hermano surge el temor por perder el amor de sus progenitores, detalla la psicóloga y educadora para familias Kerly Santos. El niño llega a estar en una posición vulnerable en la que ve peligrar su posición de hijo único.

¿Qué hacer?

Santos especifica que el síndrome del hijo mayor no tiene por qué ocurrir en todas las familias. Suele ser más probable cuando se trata también de un hijo que es nieto único y cuando el niño está muy protegido por su círculo cercano. El tipo de crianza que implementan los progenitores también puede determinar que se dé o no.

A pesar de que es algo que puede llevar al extremo a los padres, como sucedió con Beatriz, hay ciertas herramientas útiles para transitar esta etapa de la mejor manera.
Para evitar que se produzca este tipo de conductas la clave es la anticipación, porque les brinda calma y seguridad, indica Fernández-Salvador. Cuando un niño no entiende sobre un tema y no se le explica, esto le genera incertidumbre y, a su vez, miedo y ansiedad.

La mejor manera de anticiparles la llegada de un hermano, según sugiere la psicóloga, es través de una dinámica familiar visual. Quizás usar dibujos o fotografías familiares (de papá o mamá) que les permitan explicarles con detalles sobre el tema.

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