Las vacaciones escolares pueden ser muy estresantes para los hogares. Muchos padres deben organizar el tiempo de sus hijos para que no se queden solos en casa, sobre todo si son muy pequeños, y puede resultar una tarea difícil.

Es importante entender que los chicos quieran descansar y tener momentos de comodidad sin hacer nada. Pero cuando esto choca con las necesidades paternales, se puede generar un problema real.

Antes de elegir qué actividades realizar, es bueno hablar con los pequeños, escuchar lo que ellos quieren de ese tiempo libre y buscar alternativas que satisfagan las necesidades de todos los miembros del hogar.

Para la psicóloga clínica Carolina Espinosa, es fundamental que exista un canal abierto entre padres e hijos para que puedan expresarse y entenderse de una forma correcta. “La confianza es producto de un acercamiento continuo, de una comunicación abierta y no debe ser solo de los hijos hacia los padres, sino bidireccional. Para ello, debemos empezar por decir siempre la verdad, un ejemplo es no hacer promesas que no podemos cumplir; así como también, debemos limitar el juzgar o criticar, ya que los niños asociarán los juicios de valor que expresemos hacia otros, como una amenaza hacia ellos, es decir, sentirán que si hacen algo ‘malo’ serán juzgados o castigados”, puntualizó.

De esta forma, se podrán encontrar actividades que satisfagan los gustos e intereses mutuos. Como recomendación, se deben buscar alternativas que no consuman el tiempo de los niños de forma desproporcionada o lleven al chico a aislarse (como sucede cuando se pasan horas frente al televisor o en Internet). En su lugar, se deben incentivar opciones que permitan una interrelación social y el desarrollo de habilidades de colaboración, como el trabajo en equipo, recomendó Juan Manuel Martín, uno de los autores de ‘Jugar para vivir: ocio y tiempo libre’.

Luego se deben evaluar los gustos, aficiones y habilidades de los pequeños. Así, se pueden buscar cursos vacacionales ligados a estas aficiones o realizar actividades en casa, en donde se puedan potenciar estas capacidades.

Campamentos vacacionales, cursos deportivos, viajes de aprendizaje… todas las opciones son posibles, dependiendo de la edad y del presupuesto que se tenga para ello.

Incluso, existen opciones para que en las vacaciones no se gaste dinero y se mantengan al día en su proceso educativo. Elegir un libro diferente cada semana y discutir sobre él en la cena familiar, los motivará a que aprendan más y tomen gusto por la lectura. Lo mismo se puede hacer para aprender un segundo idioma. Ver juntos una película en inglés o francés, escuchar canciones e intentar traducirlas son alternativas.