El 2020 sorprendió al mundo con una pandemia que se globalizó rápidamente. El covid-19 puso en alerta a los sistemas sanitarios de todos los países por un virus desconocido que empezó a causar afecciones respiratorias en la población. El SARS-Cov2, que se originó en Wuhan (China), se extendió rápidamente a Europa y luego a América causando, hasta la fecha, más de 1 millón de muertes.

Solo 40 años había un escenario similar. Un misterioso virus empezó a cobrar vidas. En junio de 1981 el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos anunció que estaban tratando y estudiando cinco casos de una neumonía en Los Ángeles. Un mes después se empezaron a registrar varios casos del sarcoma de Kaposi, un cáncer de piel.

Estas dos enfermedades no eran desconocidas, pero no se había encontrado relación entre ellas. Los médicos empezaron a notar que la mayoría de pacientes que sufría de esta extraña combinación de enfermedades eran hombres homosexuales y que algunos también sufrían otras enfermedades. Luego de varias investigaciones se encontró que estos pacientes no tenían una cantidad de linfocitos T CD4+, que tienen un rol importante en el sistema inmunitario. A los pocos meses, la mayoría de estos pacientes moría, señala ONU Sida.

En 1982 se le dio nombre a la enfermedad y al organismo que lo causa: Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), provocado por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). También se determinó que la vía de contagio era a través de sangre y fluidos sexuales, pero que también podía transmitirse de madre a hijo durante el parto.

Aunque la enfermedad empezó a estudiarse cuando llegó a Estados Unidos, se sabe que los orígenes de la infección están en África. Luego los pacientes infectados tenían dificultades para que se investiguen medicamentos y posibles curas, debido al estigma que se había generado alrededor de las minorías sexuales.

Desde que se descubrió la enfermedad se calcula que alrededor de 76 millones de personas se han contagiado y cerca de 35 millones han fallecido por esta causa. Los tratamientos para el VIH incluyen antirretrovirales que han ayudado en muchos casos a que el virus se vuelva ‘indetectable’. Este término hace referencia a que la cantidad de virus que existe en la sangre de una persona es mínima, según la Organización Mundial de la Salud 8OMS). Esto hace que tampoco se pueda transmitir