Ana Cristina Barragán pinta con luz lo invisible en La Piel Pulpo

La última película de la directora y realizadora se estrenó primero en el Festival de San Sebastián y a inicios de 2023 llegó a los cines nacionales
La directora y guionista armó la isla del filme con tomas realizadas en diferentes playas de Ecuador. Foto: Cortesía Caleidoscopio Cine/ Pablo Corral

La directora y guionista armó la isla del filme con tomas realizadas en diferentes playas de Ecuador. Foto: Cortesía Caleidoscopio Cine/ Pablo Corral

10 de febrero de 2023 12:32
Gabriela Balarezo

En sus casi 15 años de carrera -si contamos desde el estreno de su primer cortometraje ‘Despierta’ que vio la luz en 2008- Ana Cristina Barragán se ha vuelto una experta en mostrar en pantalla aquello que es invisible a simple vista, pero que está ahí.

A propósito del estreno en cines nacionales de ‘La Piel Pulpo’, su más reciente película, conversamos con la directora y guionista sobre el detrás de cámaras de la cinta, su trayectoria y el panorama cinematográfico actual del Ecuador.

¿Cómo surgió la idea para hacer ‘La Piel Pulpo’?

Empecé a crear esta película justo cuando venía a la playa en la que estoy ahora, en la que pasaba mucho tiempo en mi infancia. Empecé a escribir acá el guion, a la par que estaba tomando fotografías análogas de seres submarinos que habitan aquí. A partir de estas fotografías empecé a relacionar ese universo con una historia fraternal, que era un tema que me interesaba. Después de ‘Alba’, mi primera película, en la que exploré la relación de un padre y una hija, en ‘La Piel Pulpo’ me importaba hablar sobre las relaciones más fraternas. Sobre estas heridas compartidas de infancia, que son como un mundo bastante hermético y de mucha complicidad que solo puedes atravesar con un hermano. Quería mezclar estos dos universos: la playa, el océano, los seres microscópicos y lo gemelar...

Posteriormente, empiezo a escribir como tal la historia. Sobre esta familia que vive totalmente aislada, en donde hay una madre que ha puesto ciertos límites pero que vive también en una libertad muy fuerte con su cuerpo y la naturaleza.

¿Por qué crees tú que es importante contar esta historia ahora, sobre esta hermandad tan particular?

Cuando empiezo a escribir no necesariamente pienso que esta historia es importante para el mundo. Se vuelve importante cuando estoy montando y pienso en la vigencia que tiene. Creo que ahora, cuando la veo, siento que es una película que traspasa a ciertas personas porque muestra como un estado distinto de vida. Alguien me decía: “Todos tenemos una isla a la que queremos volver. Todos tenemos algo que hemos olvidado adentro”. Es como un regreso a ese estado más primario, a esos vínculos, a un contacto con la naturaleza que supongo que antes, como seres humanos, teníamos y ya no y estos personajes lo tienen a flor de piel. 

Por ahí va lo que hace que la película traspase al espectador. Terminas la película con una sensación, quizás, de que quieres volver a algo que has olvidado, que has dejado, algo esencial que un poco se ha perdido en la ciudad, en la vorágine, en el individualismo, en el vivir en el concreto...

Hablas de los pequeños detalles que no se ven (porque no los vemos). Hay unas imágenes de criaturas submarinas que salen cada tanto en la película, ¿tienen que ver con esa idea?

Totalmente, las imágenes que salen de esas criaturas en el fondo del mar para mí representan cierta fragilidad. Son como seres casi que invisibles para nosotros y también frágiles porque viven en un entorno (el mar) que es frágil por nuestra culpa. Hay también una sensación de aislamiento, al igual que los personajes porque están ahí en las profundidades, y de belleza. Son seres, para mí, muy hermosos y raros a la vez. Creo que es por donde va la película. Es una rareza la que atraviesa a esta película al igual que a estos seres.

¿Por qué ese nombre para la película?

‘La Piel Pulpo’ tiene dos capas: la de la piel y la del pulpo. La capa de la piel es todo este universo más del cuerpo, de personajes que se comunican casi sin palabras y muy a través de la mirada, del tacto. De hecho, la primera escena de la película es ver muy de cerca la piel, el lunar, los ojos. El otro universo es lo que está debajo del agua, de lo que no se le dice al espectador. Le da la oportunidad al espectador de interpretar y completar. El espectador no es alguien que solo comprende lo explícito. Es una película que tiene todo un mundo por debajo. Del pasado que no se ve pero se intuye en esa casa. De lo que no te dice pero te lanza flechas hacia afuera. Ese mundo más inconsciente para mí es el del pulpo, de las profundidades.

Durante su carrera, Ana Cristina ha filmado tres cortos y dos largometrajes, 'La Piel Pulpo' es su última creación. Foto: Ana Gabriela Yépez

Durante su carrera, Ana Cristina ha filmado tres cortos y dos largometrajes, 'La Piel Pulpo' es su última creación. Foto: Joe Houlberg

El espectador es el que completa los espacios de acuerdo a sus vivencias y experiencias entonces. En la mayoría de películas está todo contado...

Siento que ya tenemos un montón de opciones en el cine para ver películas de muchos tipos. Hemos crecido con un cierto tipo de cine un poco más hegemónico, en el que tienen que pasar cosas cada tres minutos, en el que tiene que estar todo siendo estipulado y no tenemos tiempo ni de pensar, ni de digerir, ni reflexionar porque todo está dado. Hay películas de ese universo que me gustan mucho, pero siento que es una experiencia distinta y que todos nos merecemos la oportunidad de tener diversidades de cosas que ver.

En el caso de ‘La Piel Pulpo’ para mí sí era importante no decir todo, que no todo sea masticado. Lo que buscaba era sugerir y dependiendo también del interés, de la atención y la sensibilidad de cada espectador se vayan entendiendo ciertas capas que hay en la película. No es que quiero hacer una película totalmente hermética que a la persona no le traspase. Sea que entiendas o no, hay una capa más sensorial que va más allá del entender o no entender, si no que te está llegando con imágenes como la de la ballena o de los pájaros. Estamos acostumbrados a ver películas en las que esperamos que pase lo que va a pasar y no nos damos cuenta que en ese trayecto ya están pasando un montón cosas, en los pequeños detalles.

Es definitivamente una postura frente al cine. En esta película quería arriesgarme en términos de lenguaje y de búsqueda a través del símbolo, de imágenes cargadas de significado. Es una película más difícil en ese sentido que ‘Alba’ (mi primera película), que aunque es una película de autor era más clásica en su forma. En esta quería arriesgarme más.

¿Qué tienen en común tu primera y segunda película?

Yo creo que las dos tienen un ADN parecido que es una búsqueda que tengo y que, tal vez, se repita por algún tiempo: que es trabajar muy a través del cuerpo y con pocos diálogos. Ambas tiene personajes femeninos que están en una edad que es una especie de ‘coming-of-age', como le dicen. ‘Alba’ es más sobre eso, sobre una niña que está entrando a la pubertad, ‘La Piel Pulpo’ no tanto, pero también eso la atraviesa.

Creo que también en ambas películas terminan siendo personajes que están de alguna forma perdidos o buscando una aceptación externa. En el caso de Alba, una aceptación de sus amigas, de la sociedad, de no sentirse rara, tímida o excluida. En el caso de Iris se trata de una sensación de pertenecer a la ciudad y de entender cómo funciona este mundo, por eso hace cosas por probarse en la ciudad.

Al final ambas terminan volviendo a los vínculos más sagrados, a la familia y a quién son ellas mismas más que nada. Es como una búsqueda de la identidad. En el caso de Alba está relacionada con su papá, con ella, con su mamá, con la sangre que le sale de la nariz en la fiesta, con quién es, una cosa muy de la raíz y de su esencia. En el caso de ‘La Piel Pulpo’, Iris regresa a su isla a seguir luchándola con sus hermanos. En ese sentido se parecen y también en ciertas cosas de la forma.

La idea detrás de 'La Piel Pulpo' nació cuando tomaba fotos de criaturas microscópicas en una playa que frecuenta desde su infancia. Foto: Ana Gabriela Yépez

La idea detrás de 'La Piel Pulpo' nació cuando tomaba fotos de criaturas microscópicas en una playa que frecuenta desde su infancia. Foto: Ana Gabriela Yépez

¿En qué se diferencian?

Una diferencia es que ‘Alba’ está filmada muy en primer plano, está filmada casi toda con cámara en mano. En cambio ‘La Piel Pulpo’ es una búsqueda de la cámara fija, de los planos más abiertos. Como que el universo en este caso es súper importante. En ‘Alba’ la visualidad no está tanto en el espacio.

En una entrevista durante el Festival Cinelatino de Toulouse mencionaste que sentiste que en ‘Alba’ te censuraste. ¿Es La Piel Pulpo la revancha para mostrar lo que no mostraste en tu ópera prima?

Siento que sí. No sé si la palabra es censura, diría que no me atreví a tratar ciertos temas. Por ejemplo, hay una cuestión con la intimidad que me interesa. Muchas veces encajamos las relaciones fraternales de cierta forma: o son fraternas o es incesto. En ‘La Piel Pulpo’ me gustaba la idea de explorar a unos hermanos que tienen un contacto físico muy fuerte, que son casi un solo ser. Y que además comparten su sexualidad en una escena en la hay una masturbación colectiva, pero no es una relación incestuosa. Quería romper un poco los esquemas de en dónde calzan las cosas. No es una relación incestuoso porque ellos lo hacen desde un lugar con un poco de animalidad y de ingenuidad. Desde un lugar más instintivo pero no incestuoso.

En el caso de ‘La Piel Pulpo’, fue el poder arriesgarme a mostrar una masturbación femenina no vista desde la mirada sexualizada de un hombre. Es una masturbación adolescente, casi infantil, que está relacionada al desahogo de la ansiedad (acaban de ver miles de cosas en la ciudad) y a la sensación más como infantil y salvaje. No está vista desde un lugar de lo sensual o de la mirada masculina en la que constantemente se están filmando masturbaciones femeninas en el cine. Creo que esta es para mí una imagen importante en la película.

¿Cuánto tiempo te tomó hacer la película?

Yo empecé a escribir ‘La Piel Pulpo’ en 2016 justo cuando estaba estrenando ‘Alba’, entonces son casi 6 años desde que empecé con la idea. En este tiempo he empezado a trabajar en más proyectos a la vez porque toma tanto tiempo hacerlos. En ese sentido, a diferencia de lo que pasó con ‘La Piel Pulpo’ que se estrena ahora 6 años después que ‘Alba’, este año ya voy a filmar la siguiente película que se llama ‘La Hiedra’. La voy a filmar en noviembre y eso es lindo porque voy trabajando en distintas ideas que tengo al mismo tiempo y no se aplazan tanto.

¿Qué desafíos enfrentaste al filmar esta película?

Lo de la pandemia fue un reto duro en el sentido de que mantener a los actores conectados a la película durante dos años (porque se rodó en tres partes); era súper difícil. Además de hacer los ensayos y los ‘castings’ que tuvimos que hacer por Zoom. Para mí, fue difícil esa pausa. Normalmente escribo un guion y lo filmo en un tiempo determinado. El que hubiera una pausa permitía hacer cambios en el guion y esos cambios, a mí, no me favorecieron. Escribí cosas que filmamos y quedaron lindas, pero que no entraban en la película.

Fue un reto el montaje y también puso a prueba mi perseverancia porque nos tomó tanto tiempo hacerla. Es una película que necesitaba tantos recursos y tenía tan pocos (económicos). Además, el proceso de post producción fue largo, habían momentos en los que quería tirar la toalla...Pero fue seguir y no rendirse en esa búsqueda no de perfección, si no realmente llegar a lo que quería y que la película esté lo más linda posible.

¿Por qué elegiste hacer cine?

Cuando tenía como 5 años, mi papá tenía una cámara VHS grande y nos filmaba bastante. Yo le pedía la cámara o le pedía que nos grabara a mí y a mi hermana haciendo cosas y le explicaba dónde cortar. Le explicaba a mi hermana qué tenía que hacer y cómo se tenía que disfrazar. También dirigía y escribía todas las obras de teatro que hacíamos con mis primos en Año Nuevo y me gustaba actuar. Siento que fue algo que se fue dando muy orgánico. Desde pequeña escribía y cuando me preguntaban qué quería hacer, dibujaba claquetas y teatros.

¿Cuáles son tus influencias o tus principales referentes?

A mí me fascina el cine de Lynne Ramsey, sobre todo, su primera película que se llama ‘Ratcatcher’. Es una belleza, admiro mucho su trabajo. Me gusta también el cine de Andrea Arnold y de una directora que se llama Lucile Hadzihalilovic, que es la esposa de Gaspar Noé, no es muy conocida pero es espectacular. Las tres son directoras que admiro mucho. También el trabajo de Lucrecia Martel, es una genia. Me gusta muchísimo el cine asiático, amo las películas de (Hirokazu) Koreeda, son tan delicadas y profundas.

¿Qué impresiones tienes de la industria del cine en el país?

Siento que estamos en un momento difícil. El apoyo al cine no es ahora ni la sombra de lo que fue. Mis amigos y amigas directores sienten preocupación. Yo también estoy pensando qué hacer. Siempre he querido hacer cine en Ecuador, he vivido toda mi vida aquí. Pero a veces pienso en quizás irme a México o a otro lugar donde haya más financiamiento y apoyo. Al mismo tiempo, siento que se vienen películas interesantes. Está ‘Ozogoche’, de Joe Houlberg, que es una película que me parece fascinante, de lo mejor que se ha hecho acá. Es un documental sobre las aves que se “suicidan” en el páramo de Ozogoche y sobre la comunidad que está ahí. Es un fenómeno que nadie comprende por qué llegan desde Norteamérica y caen al lago de Ozogoche y mueren.

El cine ecuatoriano es un cine nuevo, no tiene una historia grandísima como el cine brasilero, el argentino o el mexicano. Muchas de las primeras películas que salieron tenían esa primera búsqueda y ahora esos mismos directores o directoras están haciendo nuevas películas. Ahora hay más madurez en la búsqueda artística.

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