La serigrafía vuelve y no pierde vigencia
La serigrafía vuelve y no pierde vigencia
Es un viernes de mayo por la tarde y los autos se detienen por el tráfico en una calle de Cumbayá. A un lado se levanta la vitrina de la galería Versátil. A través de esta se puede ver a un hombre que manipula una máquina poco convencional. Se trata de una prensa para realizar serigrafías.
El hombre se llama Marcus Cardiff, y es uno de los integrantes más nuevos de la Comuna Serigráfica, una especie de club en Quito que reúne a artistas apasionados -o aficionados- a esta técnica gráfica milenaria.
A la impresión en vivo que realizaba Marcus ese viernes, le antecedieron otras iguales, protagonizadas por más integrantes de la agrupación de artistas. Son actividades complementarias a la exposición de obras hechas en serigrafía que se exhibe desde abril en la galería.
Pedro Calle, uno de los integrantes más antiguos y también fundador del colectivo, cuenta que en la actualidad la Comuna está conformada por una docena de artistas. La exposición surge como una forma de reactivación y para dar a conocer al grupo.
Explica Pedro que poco antes de que se desatara la pandemia se habían mudado desde San Marcos (centro de Quito), a su nueva sede: un espacio al interior de una casa y junto a las oficinas de El Sindicato Arquitectura, cerca del parque central de Cumbayá.
Durante muchos meses, el lugar permaneció cerrado y las prensas detenidas, sin usarse. Las tintas cerradas y las luces ultravioletas del cuarto de revelado, apagadas. Así que la exposición es una señal de su retorno al ruedo.
Inicios de la Comuna Serigráfica
Los orígenes de la Comuna se remontan a la época en la que Pedro y su pareja regresaron al país después de tres años en el extranjero. Mientras vivieron fuera conocieron sobre un club de serigrafía al que se unieron.
Pedro descubrió esta técnica de impresión en el colegio, cuando un profesor que se dedicaba en su tiempo libre a este campo ofreció clases de serigrafía para los estudiantes. Le hizo un “clic”.
Así empezó a practicarla de manera artesanal e incluso llegó a poner en marcha una empresa de camisetas impresas en serigrafía. “De ahí nunca he parado de hacer, he hecho proyectos con amigos y he estado muy conectado (con ese mundo)”, asegura.
Cuando Pedro y su pareja volvieron a Quito, se dieron cuenta de que muchas personas practicaban este arte de forma rústica y artesanal. Así que decidieron armar la Comuna con un taller ubicado en San Marcos. Empezaron siendo cerca de 12 artistas los involucrados.
Pedro tiene 41 años, estudió arquitectura pero casi no ejerce. “Me considero carpintero y también serígrafo”, confiesa.
En la exposición hay varias obras suyas firmadas como 'Soroche de los Andes'. Una es un paisaje, una perspectiva de los puentes sobre el río Chiche y el otro un ‘print’ de las dos torres que hay cerca del reservorio de Cumbayá.
Recuerda que de pequeño visitaba mucho la zona. Cuenta el artista que “una gran parte de la serigrafía produce colores planos. Se puede jugar mucho con la idea de las sombras y los planos”. De manera que sus diseños y su estilo personal están
enfocados a una visión arquitectónica.
La ventaja de esta técnica es su versatilidad. La serigrafía puede ser arte y también publicidad. Y, asimismo, puede ser personal o comunitaria. Dice Pedro que está bien hacer cosas propias pero que también tienen la meta de empezar a producir para la ciudad.
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