Givenchy escribe en París una carta de amor a la alta costura
Givenchy escribe en París una carta de amor a la alta costura
EFE (I)
Givenchy volvió a dar sentido este martes 21 de enero de 2020 a la tradición de la alta costura, ese apartado del lujo reservado a la artesanía y a la fantasía, con una colección en la que homenajeó la relación de amor entre las escritoras Virgina Woolf y Vita Sackville-West con vestidos transformados en flores y guiños sesenteros.
El desfile de la colección primavera-verano 2020, presentado en el marco de la alta costura de París, abrió con un elegante traje de chaqueta en color marfil atado en la cintura con pantalón satinado tipo “palazzo”, que marcó el ritmo de una colección elegante y sugerente.
Un segundo estilismo con una particular confección de americana asimétrica, convertido en un vestido hasta los pies en un lado y en mini en el otro puso a prueba la técnica del equipo de patronaje de la “maison”, fundada por Hubert de Givenchy en 1952.
Es el estilo entre sofisticado, bohemio y femenino que ha permitido a la británica Clare Waight Keller (1970), al frente de la firma, convertirse en una de las creadoras más influyentes de la industria y reconocida en 2018 como la diseñadora del año en los prestigiosos British Fashion Awards.
La colección evolucionó a partir de una serie de tops construidos a base de volantes en grises y naranjas hasta dejar paso a vestidos ricos en plisados y tableados, como en 3D, en siluetas alargadas y fantásticas.
“No hay ninguna estructura debajo, todo el volumen lo dan los tejidos que desarrollamos que tienen un cuerpo propio, así que cuando los coses de cierta manera crean estas redondeces tan particulares”, explicó la diseñadora entre bambalinas.
Junto a ella, entre bastidores, un tablón de inspiración mostraba las fotos de Woolf y Sackville-West así como detalles del célebre jardín del castillo de Sissinghurst, en el sureste de Inglaterra, uno de los más visitados del país que fue ideado por la propia escritora y aristócrata que inspiró “Orlando”; también fotografías de las primeras creaciones de Givenchy y sus siluetas con vestidos palabra de honor y volumen en torno a la cadera.
Pensar en las cartas de amor que compartieron Woolf y su amante motivaron una colección que funciona, según la diseñadora, como una carta de amor al propio Givenchy.
“Introducir mis propias sensaciones me llevaba a crear mi propia carta de amor hacia Hubert, en los inicios en los que fundó la casa y exploró todas estas preciosas siluetas como preciosas esculturas”, dijo Waight-Keller.
Además de las sedas mezcladas, para permitir esas estructuras fluidas pero tridimensionales, brillantes y volátiles, como si el vestido fuera un globo, la creadora hizo guiños a los primeros años del modista francés y a la década hippy con trajes de guipur en blanco, bordados de flores y trajes de pedrería.
Junto a ellos, espectaculares pamelas que bajan por la espalda como una cola y que lucieron entre otras la modelo Kaia Gerber (hija de la top Cindy Crawford) con un vestido de novia largo en guipur con escote Bardot.
Un tejido fabricado especialmente para la “maison” en la misma fábrica de Suiza donde se abastecía Givenchy hace 50 años, según Waight-Keller.
La firma vive junto a la británica un oasis a nivel internacional con el que ha aprovechado los últimos años para desplegar en pasarela toda su fuerza tanto en sus colecciones de hombre y prét-a-porter mujer como en alta costura.
Waight-Keller mantiene una relación cercana con la duquesa de Sussex Meghan Markle a quien vistió con un traje de Givenchy en su boda con el príncipe Enrique, además de otros grandes acontecimientos.
Meses más tarde Markle fue la encargada de entregar a la diseñadora el trofeo de los premios de moda británicos.
Según ha publicado el tabloide “The Sun”, Markle estaría negociando un acuerdo de colaboración con Givenchy, ahora que el matrimonio ha decidido labrarse un futuro profesional por cuenta propia, información no confirmada aún por ninguna de las partes.
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