Una mujer que nació con vena competitiva 

Fernanda Vásconez López, fundadora de Ñañas, adora pasar tiempo en familia, pasear con su perrita y comer papas fritas. Cree en la ley de la atracción.
Fernanda Vásconez posa con el trofeo de la Superliga femenina, en el patio de la casa de sus padres,  en Tumbaco. Foto: Patricio Teran / El Comercio

Fernanda Vásconez posa con el trofeo de la Superliga femenina, en el patio de la casa de sus padres, en Tumbaco. Foto: Patricio Teran / El Comercio

11 de octubre de 2022 14:34
Paola Gavilanes

A los 4 años, Fernanda se lanzó a la piscina sin saber nadar. Se emocionó; quiso imitar a los amiguitos con los que compartía en una fiesta. Cuando su padre la recibió al otro lado de la alberca, le preguntó: “Mijita, ¿qué hiciste?”. Ella le respondió: “Papi, no te preocupes, yo vi cómo hacían y les copié. No nadé, buceé”.

En ese momento, Marcelo Vásconez supo que su hija “estaba para cosas grandes”.
Por eso jamás la limitaron. La apoyan desde siempre, aun cuando alguien de la familia no esté del todo convencido con sus decisiones.

Como la ocasión en que, la doble campeona nacional de gimnasia rítmica, decidió cambiar las mallas y los aros por un short y una pelota de fútbol. “Esto es beca segura”, mencionó su papá. “Está decidido”, contestó Fernanda.

Esa afirmación la hizo a los 11 años luego de alcanzar una medalla de oro y observar cómo su amiguita lloraba por la derrota. Y es que, además de arriesgada y disciplinada, es una joven sensible. Le gusta ver a la gente feliz, y en el balompié todo el equipo salta y baila cuando alguien marca un gol.

100% apasionada

Fernanda heredó la vena competitiva de su papá. Desde pequeña aprendió a exigirse al máximo para destacarse, muchas veces sin importar las consecuencias. En casa recuerdan como si fuera ayer la vez en la que, por imponerse a su padre en unas ‘carreritas’, aceleró tanto que le fue imposible frenar antes de llegar a la meta (una pared); tenía 8 años y se fracturó la mano, y por supuesto que se llevó el primer lugar.

Fernanda se concentró tanto en esa ‘prueba’ porque sabía que, aunque su padre le daba cierta ventaja al inicio, cuando sonaba el silbato él hacía todo lo posible para salir vencedor. Todos esos ‘juegos’ la prepararon para afrontar los desafíos que se le presentaron durante la cristalización de su sueño: Ñañas, el equipo que, el pasado fin de semana, se coronó campeón de la Superliga Femenina.

De esa hazaña le quedan fotografías, una medalla, el trofeo y un tatuaje. Como lo prometió, se tatuó el escudo del equipo y la fecha de su retiro: 25-09-2022. Colgó los botines tras levantar la copa -luego de 18 años- y de luchar para que el país tenga su Día Nacional del Fútbol Femenino; se lo celebra cada 7 de marzo, desde 2019.

Todo valió la pena. Qué bueno que cumplí con los procesos y confié en mi gente”, dijo Fernanda Vásconez, mentora de Ñañas. Foto: Patricio Teran / El Comercio

¿Qué sigue ahora?

Esta experta en marketing espera pronto dejar de dar entrevistas y apagar su celular para asimilar todo lo ocurrido. Todavía le cuesta creer que se retiró del fútbol.

Quiere descansar, pasear, comer papas fritas... para luego seguir liderando su proyecto. Y es que ella no puede parar. Es la encargada de gestionar los recursos para mantener con ‘vida’ a Ñañas. Está consciente de eso y le pide a su cuerpo que nunca se enferme.

Medita para mimar a su mente, y para consentir al corazón, comparte con sus seres queridos. Para ella no hay nada más reconfortante que meterse en la cama con su Nala, sus dos hermanas, papá y mamá para ver, una y otra vez, un partido de su equipo. Rodeada de su familia se siente segura y protegida.

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