La nostalgia por la telenovela ronda en Netflix

Dos críticos de televisión y un director de actores de Colombia y México analizan el éxito del melodrama. El ‘culebrón’ triunfa incluso sobre las narconovelas.
Cortesía RCN

Laura Londoño es la actriz que encarna a la Gaviota en la reedición de ‘Café con Aroma de Mujer’.

31 de enero de 2022 14:09

Hagamos números: En la última semana, cinco de “las 10 más populares en Ecuador” de Netflix han sido telenovelas colombianas (solo una de ellas una narconovela). La reina del ranking ha sido -ya por tres semanas- ‘Café con Aroma de Mujer’ y los otros puestos se han disputado ‘Yo soy Betty, la fea’, ‘La reina del flow’ y ‘Pasión de Gavilanes’.

La versión moderna del melodrama, que hizo mundialmente famosa a Margarita Rosa de Francisco con su personaje de Gaviota, es una de las apuestas de la plataforma de ‘streaming’. Y les ha dado resultado.

Con un tono de orgullo, Net­flix compartió con nosotros sus resultados: “Café con Aroma de mujer continúa dominando la lista de TV de habla no inglesa. Al 17 de enero de 2022, la historia de amor colombiana se coronó en el puesto Nº 1 con 98,85 millones de horas vistas, lo que la convierte en el título más visto de esta semana”.

La telenovela, adaptación original de Netflix y producida por las cadenas RCN de Colombia y Telemundo de EE.UU., no ha perdido la popularidad en Ecuador, Colombia, México, Perú, Panamá, Argentina, Chile... e incluso España.

¿Cuál es la razón? ¿Por qué la reedición del éxito de Fernando Gaitán recobra fuerza? ¿A qué se debe que la nueva versión no triunfó en la TV abierta en Colombia ni en EE.UU.? ¿Por qué el resto de ‘culebrones’ antiguos colombianos están entre los más vistos, incluso sobre series de factura millonaria?

Las respuestas
Se acercaba el capítulo final en la televisión abierta de ‘Café con Aroma de Mujer’. En Colombia y EE.UU. se criticaban los bajos picos de ‘rating’ de la telenovela.

Era septiembre de 2021 y hubo alguien que -cual adivina- aseguró que de alguna manera el público se había acostumbrado a ver este tipo de programas en las plataformas de ‘streaming’, por lo que el ‘rating’ no era una medición real del éxito o fracaso de un proyecto.

La autora del pensamiento era Luces Velásquez, quien interpreta a Julia; matriarca de la familia Vallejo en la edición moderna de ‘Café con aroma de mujer’. Tuvo razón, ahora la versión protagonizada por Laura Londoño (Gaviota), William Levy (Sebastián) y Carmen Villalobos (Lucía) tiene más horas acumuladas (en el último mes) que otras megaproducciones.

Diego Arbeláez tiene otra teoría. Él es director de Caracol Escuela, en Colombia, y desde allá esbozó respuestas sobre los bajos puntos de audiencia en la pantalla abierta de la reedición de la novela de la Gaviota. “Lo que pasa es que acá la gente la compara inmediatamente con la versión original”, apunta Arbeláez.

Y en esa lógica también se buscan diferencias con la gran estrella que es Margarita Rosa de Francisco, la protagonista del melodrama de los noventa. Y en el imaginario del colombiano “no habrá nadie como Margarita Rosa de Francisco”, sentencia Arbeláez.

Pero sí hay una fórmula ganadora que devela el director de la escuela donde se forman actores y actrices para las cadenas de TV locales e incluso Netflix: el melodrama (la base de la telenovela) es el género ganador. Incluso en las grandes series -apunta Diego- está escondido ese melodrama y obviamente la telenovela se aprovecha de él.

‘Café con Aroma de Mujer’ está construida con los elementos de una telenovela clásica, como si fuera hecha en los años cincuenta. Arbeláez los enumera: intriga, secretos, una niña pobre que se enamora del muchacho rico y ahora escenificada en un mundo contemporáneo. Y sí, al punto que se habla sobre la situación en Venezuela o de una manera más abierta sobre una rela­ción homosexual.

La pandemia aportó, según Arbeláez, algo más. Muchas producciones se reencaucharon y la telenovela, en este caso la colombiana, se está viendo en toda la región.

Más ingredientes
Esa mezcla de elementos atraen ojos y corazones y así se tejen más razones para ver una telenovela. Omar Rincón, crítico colombiano de TV y cine, suma otro argumento: “Con la masificación de Netflix, llega el televidente común y corriente -la mamá, el papá, el tío- y busca lo mismo”. Es decir: telenovelas y no aparecen en el ‘top’ las series de culto que los entendidos dicen que uno debe ver antes de morir.

Otro ingrediente para la popularidad de los culebrones es que en las plataformas de ‘streaming’ no existe mucha programación para el público hispanohablante. Esto, según Rincón, hace que la telenovela se manifieste como un “gran lenguaje popular, que está basado en unos valores premodernos de justicia, acceso social y amor”.

Esos ingredientes y otros más hacen que en el podio aparezcan los títulos colombianos. De hecho, ‘La reina del flow’ hace una apuesta más atrevida aún, como identifica Diego Arbeláez: mezcla el melodrama con el reggaetón y se asegura el éxito.

En la repetición está el...
El impacto es tan alto que ya se anunció que ‘Pasión de Gavilanes’ tendrá su secuela y el solo anticipo se hizo tendencia en las redes sociales. ¿Por qué la telenovela colombiana ganó espacio? Fausto Ponce ensaya una respuesta.

Él es periodista y crítico de TV y cine en México. Cree que el melodrama producido en su tierra está en decadencia y los ‘remakes’ que han hecho, como ‘Cuna de Lobos’, han fracasado en su actualización porque les han dado tinte de series estadounidenses.

“La gente, al menos en México -y por lo que me cuentas en toda Latinoamérica- quiere ver telenovelas (clásicas)”, sostiene Ponce; quien mantiene el podcast ‘Permanencia Invo­luntaria’; donde analiza la ­cultura pop.

Y las ven porque se narran las historias, entre otras cosas, de amores imposibles, lucha de clases y justicia. ‘Yo soy Betty, la fea’ rompió el molde porque -en palabras de Diego Arbeláez- es una astucia de Fernando Gaitán (su creador), ya que toma el personaje del bufón y lo mezcla con la heroína.

Y el mundo hispanohablante vio a Betty al punto de romper récords de audiencia en 2010 en señal abierta y se la repite por Netflix porque al melodrama se suma el humor. Omar Rincón aporta una conclusión contundente: “La televisión es la estética de la repetición”.

Con ese contexto, dice el crítico, uno no ve cosas originales y goza el mismo espectáculo, solo que ahora en las plataformas digitales a cualquier hora y en cualquier dispositivo. F

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