Las redes sociales pueden aumentar miedos

Frustrarse tras desear los estilos de vida que vemos en redes sociales puede llevar a experimentar el síndrome FOMO, esta es una condición común en los jóvenes
Miedo, frustración, ansiedad o depresión son parte de los síntomas del síndrome FOMO, que tiene que ver con una necesidad social insatisfecha. Foto: Pexels

Miedo, frustración, ansiedad o depresión son parte de los síntomas del síndrome FOMO, que tiene que ver con una necesidad social insatisfecha. Foto: Pexels

11 de abril de 2022 08:00

Tan pronto como se acerca el fin de semana, André Rivas (21 años) empieza a planear actividades para aprovechar sus tiempos libres al máximo, pero no todas las semanas son iguales.

Cuando se queda en casa, ver desde redes sociales los planes ‘divertidos’ de otros le han llevado a sentir malestar emocional y frustración. “Siento que pierdo la diversión y que yo también quisiera estar pasándola bien”, dice admitiendo que ha identificado que es un sentimiento más recurrente en ciertas generaciones.

El ‘temor a dejar pasar’ o ‘temor a perderse algo’ se condensa en el acrónimo FOMO del inglés ‘fear of missing out’.

El malestar es considerado un síndrome, principalmente, reconocido en la creciente dependencia del uso de redes sociales y que produce un conjunto de sensaciones emocionales. La principal es el miedo (a no ser parte de ‘un plan divertido’, por ejemplo), también está la frustración y, con ello, puede haber síntomas de ansiedad o depresión.

No es un diagnóstico psicológico

FOMO es un término que surge en la investigación del neuromarketing y se acuñó para explicar un fenómeno sociocultural en los consumidores. ‘El miedo a quedarse fuera’ o ‘el miedo a perderse de algo’ es una experiencia que todos hemos vivido alguna vez: cuando vas a perderte un concierto, cuando no podrás ver un capítulo de tu telenovela favorita o cuando no puedes comprar un producto de una publicidad.

Ahora, estas sensaciones se potencian en los usuarios dependientes de las redes sociales, especialmente en las generaciones más jóvenes.

Erick Moreno, psicólogo de la Clínica de Salud Mental de la USFQ, dice que si bien el FOMO no es un diagnóstico psicológico, es a partir de este campo desde donde se puede intervenir para contrarrestar el malestar que puede afectar la salud mental de la persona.

“El principal síntoma tiene que ver con la ansiedad social”, dice Moreno por el hecho de sentir que no estás viviendo y socializando como deberías. También hay un miedo a ser evaluados por los otros y a que nos perciban de una forma que no es tan deseable por el hecho de no corresponder a los parámetros que se exponen en redes sociales, es decir, a no tener las ‘vidas atractivas’ que ahí se muestran.

Necesidad insatisfecha

La teoría de la autodeterminación explica que los humanos tienen necesidades básicas: la necesidad de competencia, la necesidad de autonomía y la necesidad de interacción o vínculo social.

En el FOMO, existe una sensación de no cubrir este último requerimiento y es la que produce frustración, explica Moreno. Añade que esto dependerá de la sensibilidad y percepción de cada persona. Sin embargo, el hecho de permanecer conectados todo el tiempo a las redes sociales propicia que sea recurrente sentir ansiedad por no ser parte de un círculo social determinado.

Dicha necesidad psicológica insatisfecha puede llevar a tener síntomas importantes como ansiedad generalizada o la depresión y los adolescentes o adultos jóvenes son quienes más están propensos a experimentar aquello, explica el especialista.

Moreno recomienda potenciar la red social física, buscar espacios de relacionamiento presencial y aprovecharlos al máximo, dejando de lado las redes virtuales por lapsos. Esto contribuye al bienestar psicológico general, dice el experto.

Por su parte, el psicoterapeuta del Centro Psintiendo, Jaime Vintimilla, explica que si bien FOMO no es una patología psicológica como tal, sí lo son las adicciones no relacionadas a sustancias (conductuales) como la adicción a juegos, videojuegos y la dependencia a las redes sociales.

“Un like genera oxitocina”, dice Vintimilla, explicando que esta es una sustancia que se produce tras experimentar un estímulo positivo, similar a cuando sentimos una caricia. Al generar satisfacción se produce una necesidad constante de seguir en ese juego. Esto se puede convertir en un vicio, sostiene el especialista.

De ahí que la autoestima de los jóvenes se puede ver afectado por las formas de interacción en redes sociales.

Vintimilla indica que las redes virtuales funcionan con un algoritmo que va a mostrar una y otra vez aquello que le gusta a cada persona, esto permite que los usuarios convivan en constante comparación de su vida real con el mundo virtual al que aspiran.

Explica que el mundo digital no es la realidad y que si el uso de redes se convierte en un problema es necesario buscar ayuda. 

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