Santa viste una ‘casaca bomberil’

A su labor de combatir incendios y otros fenómenos se suman agasajos a niños en diciembre.
Bomberos voluntarios y rentados agasajan a niños en escuelas de Guayaquil en Navidad. También van a hogares que sufrieron incendios. Foto: Enrique Pesantes / Familia

Bomberos voluntarios y rentados agasajan a niños en escuelas de Guayaquil en Navidad. También van a hogares que sufrieron incendios. Foto: Enrique Pesantes / Familia

22 de diciembre de 2021 11:40

Por Diana Serrano y Alexander García

El protagonista de esta historia navideña no es Santa Claus. Su barba blanca y uniforme rojo no aparecen aquí. El personaje que se lleva la atención es un hombre de botas pesadas, casco rojo y casaca ‘beige’. Tampoco entra a través de la chimenea, sino que toca a la puerta. Y la casa que visita es una que ha sufrido la devastación de un incendio.

Las estrellas en esta historia son los bomberos que recolectan juguetes en pequeños grupos para llevar a zonas vulnerables de Guayaquil. Como durante el año combatieron muchos siniestros, saben dónde se encuentran las personas que lo perdieron todo por culpa del fuego y, a menudo, es allí adonde regresan.

Además, como institución, el Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil tiene más de una década llevando dulces y juguetes a un promedio de 2 000 niños de zonas vulnerables cada Navidad. Su campaña ‘Dona un juguete, dona felicidad’ se sostiene con apoyo de empresas privadas. Santiago Peña, jefe de brigada y coordinador del Departamento de Prevención de Incendios, explica que cada Navidad organizan un agasajo especial en una escuela. Hasta ese sitio se trasladan 50 bomberos voluntarios.

Los acompaña la mascota oficial ‘Bomberito’. También llevan un camión de bomberos. “Nuestra principal labor es combatir incendios, pero este tipo de voluntariado nos llena de satisfacción”. Con los niños realizan una práctica o ejercicio de agua y les brindan una capacitación sobre prevención y sobre cómo actuar en caso de un incendio.

En 2020 realizaron el agasajo en un orfanato. “Contagia mucho la alegría que desbordan los niños, que tienen siempre la aspiración de estar al lado de un carro contra incendios o sueñan con ser bomberos”, sostiene Peña. 

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