La sororidad sí está presente en el día a día

Cinco mujeres de diferentes ámbitos profesionales y edades cuentan su visión de la solidaridad con su mismo género y cómo la aplican en la cotidianidad
La sororidad se refleja en actos cotidianos y es una especie de pacto entre mujeres para cuidar las unas de las otras. Foto: Patricio Terán/ FAMILIA Modelos: CN Modelos Quito, 0999546769, modelos: Nathalia Cardozo, Yelina Granados, María Gabriela Velez

La sororidad se refleja en actos cotidianos y es una especie de pacto entre mujeres para cuidar las unas de las otras. Foto: Patricio Terán/ FAMILIA. CN Modelos Quito, 0999546769, modelos: Nathalia Cardozo, Yelina Granados, María Gabriela Velez

6 de marzo de 2023 16:19
Gabriela Balarezo
Darla Arévalo

Lo han mostrado Shakira y Karol G cantando juntas un nuevo éxito musical sobre sus respectivos desamores. Y la barranquillera lo ha reafirmado en la primera entrevista que ofrece después de su colaboración con Bizarrap: las mujeres necesitan más sororidad.

“Me he dado cuenta de que las mujeres estamos en un momento clave (…) el apoyo que podamos recibir unas de las otras es muy relevante, es importantísimo”, le comentó al presentador del programa ‘En Punto’, de N+. Luego citó la frase que dice que “hay un lugar reservado en el infierno para aquellas mujeres que
no apoyan a otras”.

La artista del momento hace referencia a una creencia que al parecer todavía persiste con gran alcance en la sociedad, la peor enemiga de una mujer es otra mujer. Pero, ¿hasta qué punto esto es cierto o real?

La contraparte de esta idea es la sororidad, una suerte de pacto social entre mujeres que tiene como objetivo el empoderamiento femenino. Así engloba todo tipo de actos de solidaridad, como evitar usar términos despectivos o criticar; que, sumados, desembocan en un cambio de mentalidad.

Natalia Ormeño. Modelo e ‘influencer’, 19 años.

Natalia Ormeño. Foto Cortesía

“En mi familia siempre hemos sido más mujeres. Con mi hermana, somos ella y yo nada más, nos hemos apoyado mucho en ese aspecto de empoderarnos la una a la otra. Con ella inicié un emprendimiento justamente por esas razones, para crear nuestros espacios y nuevas oportunidades. En cuestión de amistades, para mí ser solidaria significa escucharlas siempre cuando tienen problemas. Para eso estamos, para apoyarnos. Cuando escucho a una persona cercana hablar mal de otra mujer, sí le digo que no está bien, porque a mí me gustaría también que me dijeran si me equivoco. Si es una perfecta desconocida, siento que es la misma vida la que pone a las personas en su lugar. Estamos en una época, por las redes sociales, en la que hay mucha tentación de compararse físicamente con otras mujeres. Esto es algo que hacemos inconscientemente y siento que hay que hablar de ese tema. Yo trato de compartir sobre eso en mis redes, sobre aceptarse mucho, con lo bueno y lo malo”.

María Sol Ibarra Flor. Máster en Educación Interdisciplinaria de Artes y Música, 31 años.

María Sol Ibarra. Foto: Cortesía

“Junto a mi madre, Susana Flor, fundamos el proyecto Clave Sol Música para el Desarrollo, dirigido a todas las personas para conocer las emociones, fortalezas y debilidades propias. En este hermoso y retador camino de la educación musical hemos aprendido a valorar y a apoyar a muchas mujeres, empezando por nosotras. En el camino hemos creado una fuente de apoyo mutuo y colectivo en el que se ha eliminado la idea de competencia femenina y se ha fomentado el desarrollo de un vínculo personal que fortalece y da la oportunidad de que todas las mujeres brillen a su manera. Compartir y trabajar junto a mi madre me ha dado la oportunidad de conocer y entender las diferencias entre generaciones y fomentar el crecimiento de espacios de libre expresión y creatividad para madres de familia, estudiantes y colegas a través del arte. Estos momentos están pensados para sacar sus emociones personales de experiencias que han marcado una etapa de su vida”.

Ximena Tapia. Ingeniera química, 28 años.

Ximena Tapia. Foto: Cortesía

“Creo que todavía muchas mujeres tienen comportamientos machistas por el mismo contexto cultural, podría decirse. Un ejemplo que me viene a la mente es el de llamar de una forma discriminatoria a otra mujer, cuando lo ideal sería que fuera todo lo contrario. Para fomentar la solidaridad, la clave es brindar a quien lo necesite compañía emocional o algún tipo de soporte. Para eliminar esos comportamientos dañinos de mujer a mujer, también hay que decidir salir de ese círculo. Es importante poner un ‘stop’ a las chicas que se dedican a hablar mal de otras chicas. Esto me pasaba mucho en la universidad. Uno de los lugares en donde se practica mucho la sororidad es en las fiestas. Porque estamos siempre muy pendientes unas de otras. Nos ponemos de acuerdo para no separarnos mucho del grupo. Yo juego fútbol desde hace años y en ese entorno, la sororidad es evidente cuando nos alegramos por los triunfos de otras futbolistas”.

María Fernanda Mejía. Periodista, 38 años.

María Fernanda Mejía. Foto: Cortesía

“En mi familia somos muchas mujeres, somos cuatro hermanas y un hermano. A pesar de que existan muchas mujeres, es una lucha diaria, porque quienes son de generaciones más antiguas (como mi mamá, que tiene casi 80 años) conservan un poco esa especie de preferencia por los hombres. Mi papá ha cambiado un montón, él ya es viejito y a su edad le ha tocado cambiar por cómo son los tiempos ahora. De todas formas, aún se sienta, a veces, a esperar que le sirva mi mamá la comida. Mi hermana y yo, que somos las últimas hijas, sí intervenimos porque nos molesta un montón y le decimos a mi mamá que eso no debe ser así. La sororidad se va mostrando en esos pequeños cambios cotidianos que motivamos. En el ámbito laboral nos pasó una vez, a una compañera y a mí, que nos dimos cuenta que unas chicas del trabajo tenían miedo de un superior que se aprovechaba de su posición de poder para acosarlas. Nos organizamos para denunciarlo. Fue un acto de solidaridad bien fuerte y de mucho aprendizaje. Antes no hacíamos estas cosas”.

Camila Camacho. Especialista en Marketing y Comunicación y docente, 31 años.

Camila Camacho. Foto: Cortesía

“Ser sorora es ser hermana. Es apoyarse como mujeres para luchar a favor de la igualdad de derechos. Para mí, la mejor forma de ayudar es compartir mis conocimientos a aquellas personas que quieran aprender y crecer más. También practico la sororidad con la entrega de respeto a todas las personas, dando valor a las acciones y tareas, conociendo que todas tenemos diferentes situaciones que nos hacen ser únicas y, sobre todo, ser especiales. En mi trabajo, la actividad principal que se practica es la libertad de criterio, pensamiento y género entre los colaboradores de la empresa. Estos espacios permiten tener puntos de vista diversos, aprender la importancia de ser inclusivos y comprender el valor de cada persona. Además, como parte del trabajo administrativo se brinda apoyo al personal durante las temporadas comerciales relevantes, aquí no hay cargos ni tareas únicas sino que es un conjunto de trabajo para cumplir metas organizacionales y personales como equipo”.

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