La Navidad tiene significados diferentes para cada persona. Es un momento de reflexión, de tradición, de espiritualidad, agradecimiento, solidaridad y unión familiar. Pero el ritmo de vida actual puede desviar la atención de lo más importante.

Es fácil dejarse llevar por el agitado clima comercial de las ciudades. Los mercados, centros comerciales y ferias están abarrotados casi desde el inicio de diciembre. Las peleas por obtener el mejor descuento o la mejor promoción o incluso por un estacionamiento se vuelven asunto de todos los días. Todo con el fin de hacer de la noche del 24 de diciembre un momento mágico y perfecto, pero, ¿a costa de qué?

Mientras eso sucede en las principales avenidas, también aparece en el paisaje un incremento de la mendicidad. Los niños pidiendo ‘las navidades’, personas de la tercera edad que son abandonadas, explotación infantil, discusiones dentro del hogar y varios problemas más.

Para Carolina Torres, psicoterapeuta familiar, es importante que independientemente de si existe o no espiritualidad dentro del hogar, se recuerde que esta fiesta es una tradición cristiana en la que se celebra el nacimiento de Jesús. “¿Qué significa esto? Alegría y paz. Es más que las cenas y los regalos. Es un momento de unión”, dice la especialista.

En estos días las personas se reúnen, comparten, se vuelven a conectar, a veces, después de todo un año. Arman el árbol con sus adornos, preparan el pesebre, elaboran fundas de caramelos. “Todo esto sirve para generar unión y fortalecer la relación de familia”, dice.

También es tiempo de compartir y perdonar. Es el momento apropiado para dejar atrás los momentos incómodos y empezar de nuevo. “Esta época viene cargada de momentos de reflexión profunda sobre uno mismo y su relación con los demás. Para eso también es importante disculparse por los errores cometidos y abrir el corazón a los demás”.

Para la psicoterapeuta, esta época es un momento ideal para enseñar a los niños sobre la importancia de la solidaridad. En toda la ciudad existen varias organizaciones que realizan eventos para ayudar y llevar alegría a personas que lo necesitan. “Pueden aprender muchísimo conociendo historias de personas que no tienen hogar.

Aprenderán a sentirse agradecidos por lo que tienen, no solo en lo material”, comenta.
Enseñar a los niños sobre el verdadero sentido de la Navidad se hace con el ejemplo. Respecto de lo material, es crucial que aprendan que los regalos son secundarios, que no siempre tendrán todo lo que quieren y que se trata de tener un detalle con una persona especial, un amigo, un conocido.

También es importante que se involucren en las tradiciones del hogar. Esto genera unión y confianza. Algunas familias se reúnen para las novenas. En ellas comparten alimentos, cantan y se preparan para Nochebuena. Pero no necesariamente deben ser vinculadas a lo religioso. Otras personas se reúnen para llevar regalos a niños huérfanos, para dar de comer a quienes viven en la calle o para visitar amigos y parientes lejanos. También se aprovecha para realizar juegos, paseos y actividades para el disfrute de chicos y grandes.

Pero Torres recomienda cuidarse de los excesos. La comida y la bebida son dos componentes muy comunes en las reuniones de diciembre. “Hay mucho desperdicio. Podemos buscar alternativas para preparar solo lo necesario o compartir con otras personas. Así también le hacemos un bien al planeta donde vivimos”.