Explicar un diagnóstico de cáncer a los niños y adolescentes puede ser complicado. Muchas veces ni siquiera los adultos pueden responder preguntas como ¿por qué ocurrió? y ¿qué va a pasar de ahora en adelante?

Cuando un miembro de la familia se enferma, hablar de forma sincera con ellos es necesario, especialmente si la persona afectada es alguien muy cercano a los menores de edad.

“Muchas veces tendemos a evitar hablar de estos temas por no hacer daño, porque generan incomodidad o porque queremos proteger a los hijos de sentimientos y emociones dolorosas. Pero no hay que ocultar la realidad”, dice Rodrigo Carrillo, psicólogo de Psicología Ecuador y especialista en tratamiento de pacientes oncológicos y sus familias.

El cáncer es una enfermedad que afecta de muchas formas. Existe un fuerte deterioro de la salud, pero también conlleva una carga emocional fuerte en los miembros de la familia y en su economía. Por ello es difícil de ocultar y lo mejor es que los padres sean quienes den la noticia a los hijos antes de que lo haga alguien más. Así se pueden asegurar de que los chicos reciban la información adecuada, según la edad que tengan.

Antes de hablar hay que investigar, porque es muy probable que existan preguntas y dudas. Una buena opción es pedirle al médico de cabecera que explique a los adultos la enfermedad de forma detallada y todos sus pormenores: los riesgos, los tratamientos, la recuperación y más.

Una vez que se cuente con estos datos se puede resolver las dudas de los chicos. “Hay que dejar que pregunten lo que necesiten. Si hay algo que no sabemos, no debemos mentir. Hay que indicarles que en ese momento no tenemos una respuesta pero que vamos a averiguar sobre ello y van a darlo a conocer”, agrega el psicólogo.

El primer paso es empezar el diálogo en un ambiente tranquilo y en un momento de calma. “Si estamos frustrados, llorando o enojados no vamos a lograr transmitir un buen mensaje a los hijos o vamos a causar más daño”, dice Carrillo.

También hay que tomar en cuenta la edad de los chicos antes de abordar el tema. Es diferente con un niño de 5 o 6 años que con un chico de 12 o 13 años.

Es importante hacerles saber que se trata de una enfermedad que puede ser ocasionada por diferentes causas. También es necesario indicarles que no es contagioso y que existen tratamientos que ayudan a combatir la enfermedad.
Además, explicarles sobre posibles situaciones que puedan ver, como la caída de pelo de su ser querido, debilidad, delgadez, o que sus parientes sean sometidos a varias cirugías.

Un estudio del Cancer Council de Australia mostró las posibles reacciones de niños ante un diagnóstico de un familiar según la edad. Se podían observar cambios en la conducta desde los primeros meses de vida.

Pueden estar tristes, irritados, intentar lactar con más frecuencia o volver a lactar si ya lo dejaron (en busca de confort), tener cambios en el sueño, ser más dependientes de sus padres o intensificar algunas conductas como chuparse el dedo, mojar la cama o hablar como bebés. Ante esto se recomienda mantener las rutinas y dar suficiente atención y afecto.

Cuando la enfermedad es terminal, los niños también deben estar preparados. “La muerte de un ser querido es un momento difícil y, a veces, en medio del dolor propio no nos fijamos o no damos suficiente atención al dolor que pueden sentir los niños. Ellos lo muestran de formas diferentes”, dice Carrillo. Este difícil momento en la vida familiar también es una oportunidad para enseñar a los chicos a lidiar con el dolor y la tragedia, a ser empáticos y solidarios y a expresar sus sentimientos y tener confianza con sus padres. También les ayudará a estar preparados para enfrentar situaciones difíciles en el futuro.